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Bajo la lupa

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

“Alfabetizar es liberar” fue la frase de Paulo Freire, que en binomio dos verbos magníficos humanos por naturaleza, presidió el Programa Especial de Educación Ciudadana, (PEEC) que se desarrolló durante mi gestión como titular de Educación en la década de los años 80.

Educar y liberar a los pueblos en América Latina son tareas esenciales para lograr que la democracia pase a ser, de ritual electoral espasmódico, participación ciudadana y equitativa distribución de bienes. La alfabetización de adultos del maestro Freire es un acto de liberación multifacético. Las personas que llegan a la adultez ignorando el código de la cultura letrada, son los pobres, se sienten, se saben diferentes, los tratan como tales.

En países en los que la tasa del analfabetismo es elevada, no puede haber desarrollado inclusivo, solo crecimiento económico, caso de República Dominicana.

Deuda social acumulada, rémora de cualquier proyecto de desarrollo democrático, el analfabetismo ha sido durante años un problema conocido, pero no atendido en RD con el rigor que aumenta.

Dos ministros de Educación, Nicolás Almánzar y yo, iniciamos jornadas más o menos exitosas, que después de concluida nuestra gestión se abandonaron; la credibilidad en la alfabetización, se perdió.

Mi pasión por la alfabetización resurgió cuando a principios de su gestión, el presidente Danilo Medina anunció al país “Quisqueya Aprende Contigo” (QAC) que pretendía ser, no una campaña pasajera, sino un PROGRAMA que iniciaría la construcción del proceso de liberación, a través de oportunidades de educación continuada, de cerca de un millón de iletrados.

Como el PEEC, QAC se definió como un movimiento nacional, inclusivo, apartidista; se formó la Junta Nacional de Alfabetización a la que fui invitada a participar y acepté.

El tiempo pasó. Como en la canción de Cortés, fui testigo gramsciano de la peledeización del programa, concentrado cada vez más en producir efectos mediáticos en actos multitudinarios en los que el locuaz Ministro de Educación repartía certificados y entonaba loas a la “Revolución Educativa”.

Me llegaban informes, cada vez más frecuentes de irregularidades, falta de supervisión, ausencia reiteradas de facilitadores y alumnos, atrasos en “chelitos” para el transporte de voluntarios. Esas ráfagas alertadoras fueron haciéndose tormentas cuando descubrí graves deficiencias que lesionaban los objetivos y la seriedad del Programa, dejando a la vista su verdadero fin: la promoción de un Presidente que ya se preparaba tragarse “el tiburón podrido” y a echar al zafacón los escrúpulos con la reelección.

Abandoné sin ruido la Junta, que iba haciendo más esporádicas sus convocatorias, ya conseguido el efecto politiquero buscado. El escandaloso montaje de la “graduación” que el alcalde Roberto Salcedo hizo hace unos días, develó la farsa que no ha sido el primero de “actos de investiduras” donde se invisten personas que no han sido sujetos del Programa (QAC). El engaño llega aún más, profundo, carcome las entrañas de un proyecto que fue tan hermoso en su enunciado, que desertó esperanzas.

Ante el escándalo, se crea una Comisión para investigar el caso. Empiezo por decir que hay que investigar el proceso completo del Programa QAC.

Resumo los aspectos nodales en los que ahondan:

1.- La opacidad en las informaciones sobre el COSTO del proyecto y de dónde provienen los fondos que lo sustentan. Tampoco se ha aclarado cómo, si es un Programa Especial de la Presidencia, use fondos que figuran en el Presupuesto del Ministerio de Educación, y si se ha hecho la debida transferencia.

2.- No se conocen los indicadores de desempeño que se usan para determinar si un supuesto alfabetizado sabe leer y escribir, aunque sea sumariamente. ¿Cómo, con cuáles instrumentos de medición validan, se evalúen los adultos para entregarles esos certificados?

3.- No se ofrecen oportunidades para que los supuestos o reales alfabetizados accedan a la CONTINUIDAD EDUCATIVA.

No se ajusta a los nuevos paradigmas de lo que es, y a dónde debe avanzar la alfabetización de adultos, no como campaña piadosa, como escalón de la educación permanente, derecho universal.

4.- Organismos internacionales como UNESCO y OEI, que auspiciaron el Programa en sus inicios, se han mostrado cautos a la hora de validar el resultado que se dice haber obtenido el Programa. ¿Por qué será?

5.- Como una burla doliente que quiso creer en QAC, tengo derecho a una duda, a poner el programa bajo la lupa:

¿Alfabetizó, liberó o fue un pescadito tragado junto al tiburón mal oliente para nutrir la capacidad de mentir y engañar?

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