EL BULEVAR DE LA VIDA

La maledicencia que viene

“OJALA QUE LAS HOJAS…” Cercana ya la hora cero de las urnas, los equipos de estrategia electoral de los partidos en competencia apuran el paso. Fantástico sería equivocarme, pero la experiencia me dice (-y uno ha llegado ya a esa edad lamentable donde todo ocurrió hace 20 años) que lo que veremos en los días finales será el asco de las miserias humana, las heces de la propaganda sucia que van/irán llegando. Ojalá y a pesar de la tentación que supone la lucha por las lectorías y las audiencias, los columnistas y/o productores de programas no nos convirtamos en irresponsables amplificadores de las campañas de difamación que monta la mano más perversa de cada partido para estos tiempos. Hablo de no producir programas donde se haga “coro” al estercolero mediático que se nos echa encima con abril en cada proceso electoral de mayo.

UN ARMA CARGADA Y SIN SEGURO Un medio de comunicación es un arma cargada y sin seguro que puede dañar o construir, informar o desinformar, como un cuchillo pela papas o te mata. Se debe enfrentar la maledicencia y las campañas sucias de la dirigencia y élites partidarias, entre otras razones porque los insultos y empujones entre los de arriba se traducen en funerales para los de abajo. Nuestros líderes no pasan de acusarse de “cobarde” o “analfabeto”, “gallina” o “burro”, no pasan de mencionarse “la mai del play”; en cambio, las bases de sus partidos siempre van más lejos y se desangran en las calles... y llega entonces la muerte, bochorno de orfandad y ausencia, la parca, esa absurda traición de la vida. El dominicano es un pueblo tan presa del clientelismo, tan empobrecido material, institucional y existencialmente, que en cada proceso electoral se entrega a un candidato, como se aferra el alpinista al último peñasco. Tal que va llegando mayo, y una vez más andamos los dominicanos insultándonos y enviándonos entre sí a los centros coprológicos, dispuestos a entrarnos a tiros y “puñalá” por defender la candidatura de unos señores que más temprano que tarde harán las paces y se reunirán en sus dachas veraniegas a conversar sobre los play off de NBA o las chicas de buen ver de El Soberano, ahora intimidadas, según mis fuentes, por la belleza interminable y despanpanante de Cheddy García. En cada elección al pueblo dominicano le va la vida, y casi siempre encuentra la muerte, que es lo que jode.

“GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS… LA FIESTA” Pero no todo es ruindad y tragedia. Nuestras campañas electorales tienen tambien otra cara bullanguera y casi feliz que debo destacar, y es el fiestón popular, el bonche etílico con mulatas dadivosas, que se arma en estos días como dulce venganza del pobrerío: Si los dueños económicos y políticos del país no se han ocupado de elevar el nivel educativo ni la calidad de vida de nuestros pobres, estos se vengan de esa falta de solidaridad pasándole tres “peinadoras”, dos “discolai” y treinta motores sin moflers por el frente de sus residencias en una mañana de domingo, sólo por interrumpirles la siesta y jorobarles la tarde del sábado, lo que viene a ser una expresión artesanal de la lucha de clases en República Dominicana.

“Y A VIVIR QUE SON DOS DÍAS”. Para un intelectual, un mitin de cierre de campaña es un motivo para una sesuda reflexión en su próximo artículo, pero para nuestros pobres de escuela y pan, la campaña es una fiesta, y un mitin es un gozoso pasadía bailable hasta que Dios disponga lo contrario, la Virgencita quiera, y el ron se acabe. Hoy, una campaña, con sus bandereos y sus “mano a mano” barriales aderezados de chicas trigueñas “en cuyas caderas no se pone el sol”, no es ya ninguna ágora política para debatir propuestas y releer programas de gobierno, sino la dulce venganza de un pueblo que desengañado y descreído que cada cuatro años decide reunirse en colmadones, plazas y puentes a pasarla bien, y a ser por unas horas el feliz protagonista de su historia mal contada…. “Y a vivir que son dos días”.

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