FUERA DE CÁMARA
¡Esta pobre memoria mía!

Tendré que revisar con mi neurólogo porque he oído que el primer síntoma del Alzheimer comienza por el olvido de acontecimientos recientes. Omití que el último embajador de EU antes de Brewster fue Raúl Yzaguirre...
... Las fechas, cuando se escribe en el periódico, no pueden confundirse. No porque tengan valor en lo inmediato sino porque con el paso de los años la brecha entre los tiempos se abre cada vez más y las imprecisiones tienden a distorsionar la historia.
Es lo que me ocurrió al comentar los acontecimientos electorales de 1994 cuando Balaguer pidió por la vía diplomática al Departamento de Estado que sacara del país al entonces embajador norteamericano Robert Pastorino por meter las narices en los asuntos políticos dominicanos.
Dije que eso ocurrió en el proceso electoral de 2004 pero ya para entonces Balaguer llevaba dos años de muerto.
Como Balaguer no podía hacer eso después de muerto, es obvio que se trató de un lapsus mental... pero dentro de cien años, cuando alguien hurgue en las hemerotecas y se encuentre con este desaguisado, podría decir que ese periodista estaba mal del juicio.
Me escribieron o llamaron para hacerme notar un error sin ninguna malicia. Y esto sí que es relevante porque en el caso del embajador Pastorino, Balaguer, Peña Gómez y el proceso electoral de 1994, existen complicidades mediáticas que algunos no quisieran recordar...
... Aquella vez también se apandilló un sector de la prensa para hacerle el juego a los intereses oscuros que intentaron asestarle una estocada mortal a la democracia.
... Una trauma pesaroso Como siempre ocurre en los períodos electorales dominicanos, el espectro del fraude dominaba el ambiente opositor, una situación potenciada por una declaración imprudente del líder perredeista y candidato del Acuerdo de Santo Domingo, José Francisco Peña Gómez.
Fue en mi programa Recepción, de Teleantillas, dos meses antes de los comicios del 16 de mayo del 94, que Peña denunció que Balaguer y el Partido Reformista tenían montado un fraude colosal distorsionando el padrón pero que él lo había neutralizado con “un colchón” de más de 200 mil votos.
Aquella declaración imprudente alarmó al gobierno y a los reformistas que la asumieron como la “evidencia palmaria” de que eran el PRD y sus aliados los que pretendían hacer el fraude para sacar a Balaguer del poder.
Recuerdo como el primer día --a pesar de que han transcurrido 22 años--, que las necedades del embajador Pastorino y de un sector de la prensa apandillada provocaron un encontronazo público con el cardenal Nicolás López Rodríguez y con el candidato de la Fuerza Nacional Progresista, Marino Vinicio Castillo.
Aquella vez, como ahora, los ataques fueron dirigidos hacia la Junta Central Electoral, cuyo presidente era un hombre serio a carta cabal, Caonabo Fernández Naranjo.
¡Dicho... y hecho! Los reformistas de aquellos años dicen que actuaron para contrarrestar “el fraude” del PRD. Pero las irregularidades que ellos cometieron fueron comprobadas en investigaciones posteriores a los comicios... “Ambos dos” metieron la mano con absoluto desparpajo.
Pastorino, el procónsul americano, vio el fraude de un solo lado y puso a Balaguer en las cuatro esquinas.
Cuando salió del país --el 27 de junio del 94, todavía en medio de la crisis post-electoral--, apenas un secretario de su embajada fue a despedirlo al aeropuerto.
¡Se fue sin pena ni gloria...!