Exterminemos el Aedes Aegypti

A 23 días para las elecciones, el clima pre-electoral quiere engullir todo tema diferente que trasciende a la opinión pública.

En tanto, la sociedad continúa ante retos y tareas importantes cuyo avance es peligroso limitar de algún modo, incluyendo con la mirada triste de la indiferencia.

Aún en tal coyuntura, las autoridades de salud no cejan en batallar contra el Aedes Aegypti, un mosquito tenaz y adaptado al hábitat humano, en crecimiento tan letal y latente por las lluvias que ya fue capaz de penetrar a Arica, en Chile, de donde había sido desterrado desde 1952.

Las autoridades tienen sobradas razones para asumir y mantener la lucha contra este vector como guerra sin cuartel.

Se aspira a que la ciudadanía también la asuma como vital para la prevención de las enfermedades que causa, especialmente el Zika, además del Dengue y la Chikungunya.

Cruzarse de brazos al respecto, para cuando un familiar resulte afectado culpar a las autoridades, es una conducta de irresponsabilidad mayúscula, anidada al ADN colectivo en esa norma lamentable del menor esfuerzo o, en el caso extremo, del terrible No me importa.

Una ciudadanía responsable se integraría a las jornadas de prevención para erradicar el mosquito, especialmente en respuesta al llamado de sus autoridades.

Las aprovecharían para cuidar de sí, de sus descendencias y de sus vecinos.

Contrariamente, se recurre a la cultura del “Palo si boga y palo si no boga”, por suerte en declive por una razón simple: no funciona. Con ella no se logra algo.

Aunque en su lugar tampoco termina de cuajar la otra, aquella según la cual la población ha de tender a autoprotegerse, integrándose masivamente a todo lo que le sea conveniente como, en este caso, las jornadas preventivas y de erradicación de ese vector.

Este fin de semana el país tendrá la oportunidad de empezar a cambiar esa conducta, no por un día o un fin de semana: para siempre.

Por instrucciones del Presidente de la República, el Ministerio de Salud realizará la tercera edición de esta iniciativa, revelando su carácter de esfuerzo permanente en un país lluvioso y tropical.

Es que las autoridades de salud tienen en sus manos y compartieron con el mandatario un reporte que obliga a actuar con firmeza y rapidez.

146 casos de fiebre por zika en la semana 13, comprendida entre el 27 de marzo y el 02 de abril.

Peor aún, 1,249 casos sospechosos de zika, entre ellos, 87 embarazadas sospechosas de haberse infectado. De estas, 53 presentaron síntomas del zika en las primeras 24 semanas de gestación y la infección se confirmó en 19 de ellas. Ojalá que sus fetos no hayan resultado dañados.

El zika produjo casos de Síndrome Guillain Barré (SGB) a 22 personas, 2 de ellos en la semana 13. En lo que va de año han muerto 3 por esta infección transmitida por el Aedes Aegypti.

La acción urgente es de rigor porque los casos de dengue incrementaron en 72.62% frente a igual semana del año 2015 y, peor aún, los casos de dengue entre el 1 de enero al 02 de abril del 2016 crecieron 2.32 veces respecto a igual período del año pasado.

Con lluvias intermitentes sobre el país, el mosquito se reproduce a sus anchas. En verano será peor.

Esas enfermedades crecen de forma alarmante, junto a algo más trágico: las muertes por dengue duplican las registradas en igual período del 2015. Pasaron de 9 a 18, a pesar de los esfuerzos.

Razón por la que el Ministerio de Salud reportó tan dramática situación al Presidente y éste dispuso de inmediato la 3ra. Jornada de Prevención del Zika, el Dengue y la Chikungunya, de erradicación del Aedes Aegypti en los lugares de impacto.

También es el motivo por el que Salud Pública se ha enfocado en garantizar y hacer accesible el tratamiento de inmunoglobulina a los afectados sin cobertura de seguro médico. Les está evitando pagar RD728 mil y, a la vez, ahorra al gobierno RD$448 mil por caso al adquirir el compuesto a RD$240 mil a través de la Comisión de Ministros de Centroamérica y la República Dominicana.

Aunque el país avanza en otros indicadores de salud, reduciendo en igual período las muertes maternas (25%), la muerte infantil (28.32%), la leptospirosis (33%), otras afecciones, como el cólera y la malaria, están al acecho, esta última también transmitida por mosquitos.

Se teme que la sociedad pueda estar, casi en pleno, en el craso error de pensar que los problemas de salud colectiva se pueden resolver sin su participación.

La gente debe integrarse a las iniciativas de las autoridades para preservar su salud porque nada se logrará si la gente no se integra a esta guerra cotidiana contra el mosquito.

Las autoridades solas no podrán contra estas enfermedades, a menos que se extermine el vector.

La cultura de higiene del entorno interior e inmediatamente externo a las viviendas debe ser grabada en las mentes como deber y obligación de la gente y de las organizaciones, pues se trata de actuar en beneficio propio. Los ayuntamientos tienen que ser repensados y reorientar su accionar en función de un ornato que incluya la salud.

Se debe exponer, con crudeza y realidad motivadoras, el altísimo peligro que para vida propia y de los descendientes representa ese vector tan pequeño y depredador llamado Aedes Aegypti.

Hacer ver que se trata de una guerra sin cuartel, contra un enemigo formidable que nos persigue por doquier y coloniza nuestros espacios y hogares. Cuya población crece con cada lluvia.

Que esa guerra no se ganará con viejos paradigmas, soluciones formales, visiones conservadoras, sin la participación masiva de la gente y, mucho menos, con las armas inservibles del No me importa.

Queda un camino obligatorio y vital: apoyar la guerra sin cuartel contra el Aedes Aegypti. Pelearla.

Participando en las Jornadas, ¡hasta exterminarlo!, pues sin gusanos o larvas no hay mosquitos.

Como lo quiere el Ministerio de Salud.

Como ha dispuesto el mandatario.

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