REFLEXIÓN DEL ALMA
Inconsecuencias por ignorancia
Es muy triste ver niños pequeños pidiendo limosnas, en la ciudad Capital. Enseguida le vienen a uno las imágenes, tanto de niños pobres como de adinerados; a pesar de que las comparaciones no son buenas, es muy diferente lo uno de lo otro; sin embargo, me es muy difícil mencionar lo que vi en las calles de nuestra ciudad, impactándome profundamente; no obstante, en estas circunstancias entiendo que debe hablarse por el bien de personas con escasas condiciones económicas, quienes leen los periódicos dominicanos. Nuestra pobreza, se nos presenta en diversas ocurrencias, no sólo en nuestras calles, muchas veces sucede a través de empleados quienes tienen niños todavía pequeños, hijos de personas paupérrimas, y aún así poquísimos de esos niños se mantienen en escuelas públicas dominicanas. Ignoro en qué forma se podrían entusiasmar esos infantes pedigüeños, para que vayan a las escuelas en la ciudad capital.
Es muy difícil, por los progenitores que tienen, hay ocasiones que sus padres tampoco tienen gran educación para no decir ninguna; quienes les dan una vida miserable a sus mismos hijos, no sólo por su condición económica, sino por la gran ausencia educacional que existe en nuestra tierra, incidiendo en la capital dominicana, ocurrencias que se presentan dentro de la gran pobreza nacional existente.
En una de las esquinas de la 27 de Febrero había dos niños pequeños con su padre y su madre bien pobrecitos, por las vestimentas que llevaban ese día. El semáforo detuvo mi automóvil frente a esta familia instalada en una de esas esquinas. De repente vi que el padre galleteaba a uno de sus hijos y abrí una ventada del automóvil. Llamé a la madre del niño que seguía siendo golpeado por su padre, la señora me dijo: “Mejor no se meta, porque ese hombre es un ogro, siempre trata así a sus hijos”.
De repente escuché barbaridades del padre al hijo pequeñito: Le llamó plebe, maricón, por haberle contestado, y lo peor, le mentó su madre, que se encontraba presente; no pude menos que intervenir, le dije: “Soy mujer policía y me lo llevaré preso por incurrir en abuso a un infante”, el hombre me mentó mi madre y salió corriendo entre los carros que estaban esperando que el tráfico nos diera luz verde para seguir nuestro camino. Llegué a casa demasiado triste por nuestra Patria. Nuestras autoridades que están haciendo bien por doquier, tienen que poner toda su atención en el dominicano paupérrimo malhablado; porque si seguimos en la mismas circunstancias, nunca saldremos del caos que nos produce la ignorancia.
Y sólo he hablado de los progenitores en pobreza, no he mencionado la infancia, que es lo más triste, por ser el futuro de la Patria. Los niños paupérrimos nuestros, están fuera del contexto de ayuda; sin embargo, esa infancia amerita que la salven de la total ignorancia, porque de lo contrario quien más sufrirá será nuestra Patria. La infancia dominicana, urge de enseñanza en todo sentido, porque si los progenitores no le pueden dar educación hogareña, por no tenerla; tampoco los envían a todos a la escuela, ¿en qué estamos dominicanos, llenándonos de torres? Es muy importante el crecimiento material de los países como el nuestro; aunque lo primero debe ser la educación, sin ella, nada vale la pena en la República Dominicana.
Qué importante sería que cuando lleguen los turistas a nuestra tierra, se queden sorprendidos por la buena educación ciudadana; entiendo que vendrá con el tiempo; apuremos el tiempo porque nuestra ciudadanía desea evolucionar y eso es lo que ha de acontecer en tierra dominicana.
Dios nos ayude.