Danilo ganará con hasta un 62%

Faltando treinta días para el sufragio, las encuestadoras de mayor credibilidad continúan informando que está en lugar preferente para ganar las próximas elecciones el candidato a la Presidencia por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Danilo Medina Sánchez.

Reportan, además, algo nunca antes ocurrido en nuestra historia: a un mes del sufragio, verifican una tendencia todavía creciente en esa ya a todas luces triunfal candidatura.

Que la gente prefiera tan ampliamente al mandatario explica por qué la oposición y sus estrategas lo atacan tan inmisericordemente, apelando a afirmaciones y material de multimedia que acreditados medios noticiosos y sus propietarios optaron por no difundir al detectar en ellos visos difamatorios.

En corrillos periodísticos circuló que el ataque bajo de la oposición contra el Presidente empezó inoculando en círculos empresariales falsedades y especies de carácter personal.

Si fue así, esos empresarios tuvieron ante ellos algo inusual: ¡un candidato opositor chismeando! En política, la campaña sucia es un recurso poco ético y desesperado.

Si se puede pedir eticidad y cordura a quienes entienden la política como guerra sin cuartel, incluso entre ellos. El axioma sería “la campaña sucia la hacen los perdedores”.

Hasta quienes creen que en política todo vale ponen límites: los que imponen la realidad y el decoro.

La Constitución protege del descrédito infundado. La especie difamatoria, incluyendo chismes y ese video puesto a circular en las redes, violan los derechos constitucionales del mandatario. Los medios y sus propietarios pudieron ver a una oposición sin talento que intentó usarla de preservativo.

Que la candidatura opositora haya estado divorciada de la realidad e inmersa en sus propios intereses la colocó donde está y la está lanzando hacia donde todo indica que terminará yendo.

En la todavía creciente preferencia nacional por la candidatura de Medina hasta los más legos en política comprueban que existe una corriente de aprobación generalizada de sus ejecutorias.

El Presidente se validó en las almas y mentes dominicanas tan pronto afloró su estilo humilde orientado a fines; cuando se ocupó en satisfacer necesidades desatendidas, vitales para la calidad de vida y seguridad de millones de personas: 1) el 4% para la educación; 2) el incremento de sueldos a los maestros; 3) la maratónica formación de profesores, 4) el establecimiento de la tanda extendida; 5) la mejora substancial en el aprovisionamiento alimentario a los estudiantes en las escuelas; 6) el apoyo a creación de estancias infantiles; 7) la solución a la crisis financiera de SeNaSa; 8) el apoyo a la producción agropecuaria a través de las visitas sorpresas; 9) el control del gasto público; 10) el apoyo a la protección epidemiológica; 11) la creación del sistema de salud y vigilancia 911; 12) la construcción de modernos hospitales; 13) el incremento de la cobertura médica ó PDSS; 14) la diseminación de Unidades de Atención Primaria; 15) el apoyo financiero al campo; 16) la construcción de infraestructuras viales y, en fin, por dirigir hacia los más necesitados las políticas públicas y la protección social.

El crecimiento sostenido de la simpatía primero y de la intensión de voto, después, a favor de Medina son, pues, respuestas nacionales a las acciones puestas en marcha por su gobierno.

Está claro que el dominicano es un pueblo inteligente, que agradece y premia.

Llegado el momento de la decisión, entre mayo y julio del 2015, como Danilo Medina no gobierna en un país rico y desarrollado, y como en la democracia la política se debe entender como espacio de procura de oportunidades para las diversas visiones sobre la sociedad que se sustentan, muchos “procuradores de poder” pensaron tener una posibilidad con la oposición.

No pudieron cuajarla.

Como también es propio del período inmediatamente preelectoral, dos realidades distintas, simpatía por los líderes e intensión de voto, amenazaban con buscar sus promedios estadísticos.

Al respecto, la oposición vendió a los ignorantes un maniqueísmo. Dijo que como, según ellos, “la simpatía bajaba”, la preferencia en la intensión de voto por Danilo lo haría y anticiparon que en abril habría un empate. Un soberbio acto de adivinación, una cuasi brujería.

“Intensión de voto” y “simpatía” por un actor político son cosas distintas.

La simpatía no es igual en las tres primeras cuartas partes de un período que en el último cuarto. La simpatía por los líderes es la estima en que la gente los tiene. La intensión de voto es por quién esa gente votará.

Una misma persona puede reconocer virtudes a un actor político y no votar por él por razones partidarias u otras. La intensión de voto mide la decisión de una colectividad a votar por un candidato en un momento dado.

Es natural, pues, que en el último año de un período las simpatías hacia los gobiernos bajen por efecto natural de los deseos de cambio, inconformidad y las aspiraciones políticas.

Sabiendo esto, la oposición se sentó a esperar a que el país y los medios hicieran su trabajo para recoger los mangos bajitos de “sus pronósticos estadísticos” según los cuales la oposición nacional promediaría 43-47%.

En tanto esperaba, apelando al menor esfuerzo, el candidato opositor estructuró alianzas con actores desacreditados para garantizar el segundo lugar en las elecciones y empezar a recibir dinero de la JCE.

Como empresario al fin, el candidato opositor decidió ir, no tras el poder sino tras los cuartos.

Por eso, a pesar del amplio reclamo, el país no le vio un verdadero interés en propiciar el tan careado “frente opositor” con los partidos minoritarios.

¡No quiere ni le gusta repartir con nadie! En su inteligencia, viendo la obra de gobierno del presidente Medina en medio de la crisis y de múltiples precariedades, sintiendo los beneficios de su gestión en sus vidas y hogares y columbrando que algo olía mal en los predios opositores, el pueblo terminó prefiriendo al mandatario y ahora trae a Danilo Medina en esta portentosa y creciente ola de preferencia, simpatía y compromiso.

Hoy todas las encuestas creíbles lo confirman y sólo un milagro político mayúsculo, uno nuevo, singular y extraordinario, de esos que jamás han existido, podría revertirlo.

Danilo ganará por mucho las próximas elecciones. La votación a su favor será entre 55% y 62%.

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