FUERA DE CÁMARA

Reunión de la SIP en RD

He dicho muchas veces que probablemente sólo a sus cuatro hijos dolió más que a mí el asesinato aleve de Goyito García Castro el 28 de marzo de 1973 --hace ya 43 años--, porque fui su discípulo aventajado y porque al momento de su muerte aún no concluía su enseñanza conmigo.

Dominicana, Chony, Enrique y Taína eran niños cuando su padre cayó abatido por las balas de tres sicarios policiales que obedecían órdenes de uno de los dos bandos militares que cogobernaban el país disputándose la gracia del entonces presidente Joaquín Balaguer.

Esos dos bandos en permanente pugnacidad por la hegemonía militar y policial de la época lo encabezan Enrique Pérez y Pérez, por un lado, y Neit Nivar Seijas, por el otroÖ Balaguer --excelente titiritero--, los utilizó siempre a ambos en su equilibrio maquiavélico del poder y los alternaba en las posiciones de mando.

Aquella azarosa noche del 28 de marzo de 1973, el jefe de la Policía era el general José Ernesto Cruz Brea, un académico militar con ínfulas fascistoides cuyo orientador era Pérez y Pérez, que lo había recomendado para el cargoÖ

Como Goyito era amigo de Neit, desde el principio todo el mundo tuvo sospecha del origen del crimen. Fue la razón por la que Balaguer colocó a Nivar Seijas --que era secretario de la Presidencia, un cargo de relumbrón que en el organigrama del gobierno servía absolutamente para nada--, al frente de una “comisión investigadora”.

Resultó que los autores materiales del crimen se llamaban Juan María Sánchez, José Rafael Pérez Pereyra y Milton de la Cruz Lemus, el primero teniente y los dos últimos cabos del Servicio Secreto de la Policía, que tuvieron el tupé de uniformarse de policías después del crimen y regresar a la escena donde fueron fotografiados por casualidad.

Todo eso está perfectamente documentado para la historia: los autores materiales fueron acusados, juzgados y condenados. Mas, nunca se ventiló públicamente la autoría intelectual de un asesinato tan perverso a pesar de que fue siempre del dominio público.

¡... Qué éramos entonces! Como decía en una columna anterior, la Redacción de Última Hora la componía un grupito de cinco periodistas y seis con Goyito, que era el jefe de Redacción; los demás éramos Guarionex Rosa, Aníbal de Castro, Juan Bolívar Díaz, César Rivera Espaillat y yo.

El director ejecutivo era Virgilio Alcántara, y Moisés Pellerano figuraba en la mancheta como director; Leopoldo Perera-Acta era editor gráfico y los fotógrafos eran Alfredo Vásquez y Héctor Castro; en deportes estaban José González, como editor, y Ramón Calcaño, su asistente.

Contratados para algunas tareas especiales --con seudónimos incluidos--, estaban Miguel Franjul, entonces joven redactor de gran talento y proyección, y el colombiano Augusto Obando, una lumbrera, ambos periodistas del Listín y celados con esmero por Rafael Herrera que no quería verlos ligados “a los barbudos de Última Hora”.

... Éramos muy unidos Cuando asesinaron a Gregorio, a todos sus compañeros nos arrancaron un poquito del alma... Pero repito que tal vez sólo a sus cuatro hijos dolió más que a mí aquel asesinato ruin, injustificado, sin sentido...

... Cuarentitrés años después, lo recuerdo con veneración.

Porque fui su consentido, en su nobleza valoró mi indefensión y me protegió atribuyéndome talento que posiblemente nunca tuve.

¡... Sé que si pudiera verme, Goyito estaría orgulloso de mí. De eso no tengo duda!

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