Habrá llegado la hora de cambiar

Los argumentos distorsionados, la mediciones erradas, las falsas ilusiones con estrategias equivocadas, el enfrentamiento de las candidaturas, con una oposicion dividida y con una ausencia de una decisión que pueda estremecer al partido de gobierno; aleja cada día más el gran objetivo de la remota posibilidad de una segunda vuelta para eliminar el triunfalismo del inmenso poder del partido de gobierno.

Si hacemos un alto en el camino y revisamos las encuestas registradas de un año a la fecha, no es difícil observar una sostenida baja en la intención de votos al reeleccionista presidente Medina, sin embargo, en la última entrega hay sorpresas con gran estupor en las observaciones del ausentismo en la incapacidad de los ciudadanos no reaccionar a los problemas esenciales calamitosos que vienen golpeando de una manera ascendente a un nicho bastante grande poblacional; dando la sensación de que existe un buen grupo de ciudadanos poco convencidos de la necesidad de un cambio.

Con una imprecisión de estricta imparcialidad, permítame expresar: que por vehemente que haya sido el compromiso de abrazar un diálogo, con fórmulas de cortesías y métodos pacíficos, parece que no ha llegado la hora de iniciar, aceptar o proponer una gran parte de la ciudadanía la lucha por una sociedad mejor, muy especialmente por los peligros y riesgos que nos conducen.

Ahora bien, es posible que nuestra sumisión, es hija de la cobardía frente al poder corrupto, al endeudamiento desenfrenado, el sicariato estremecedor, a la predisposición de lo mal hecho que se proyecta en el derrumbe de los fundamentales principios legales y éticos, la corrupción entronizada en la práctica de gobierno como algo natural y legítimo, que bien no sabemos cómo frenarlo para evitarlo. Debemos recordar que lo que no hagamos nosotros por nosotros mismos no debe esperarse por casualidad de potencias interesadas extranjeras.

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