VIVENCIAS
No lo soporto
A la salida de un templo con motivo de la celebración de la Pascua de Navidad, uno de los parroquianos se topó con el siguiente episodio. Escuchó a una pareja comentando sobre uno de los parroquianos asistentes a la celebración, expresando que no soportaban su presencia allí. Esto, con la agravante que hacía poco tiempo que habían recibido el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y hasta habían venerado la imagen del niño Jesús hasta con un beso. No evitó el oyente escuchar de nuevo con mayor profusión lo que dijeron, al expresar que habían evitado pasar por el lado de esa persona, prefi riendo tomar por otra parte del templo, porque no lo toleraban y no lo podían ver.
No conforme con esto, esta pareja no pudo aguantarse y mencionaron el nombre de quien habían evitado. El oyente en cuestión tomó nota o más bien reconoció de quien se trataba.
Una vez llegó a su casa se hizo la fi rme promesa de investigar qué ofensa tan grande le habían hecho a esa pareja para que un cristiano adoptara una No lo soporto actitud de tanta intolerancia.
No tuvo que investigar mucho el oyente, porque esa misma noche llamó a un amigo que le proporcionó todos los detalles de lo acontecido.
Sencillamente comprobó, que se trataba de sepulcros blanqueados, envenenados con la pócima de la hipocresía, que viven de las apariencias y del glamur enfermizo.
De cristianos de apariencia, con propensión al chisme y a la intriga, que se atrincheran en cubículos, de una moral que no practican y promocionan valores que no ejercen.
Cada vez adquiere mayor actualidad la frase de lapidaria de Ghandi, de creer en Cristo pero no en los cristianos.
La intolerancia y la hipocresía cuando van de la mano, se convierte en un arma mortal capaz de destruir cualquier edifi cio que se haya construido sobre las bases de la moralidad, la dignidad y el respeto. Me imagino que el parroquiano vilipendiado nunca se enteró de tal comentario falaz, pero gracias a Dios que así fue, porque se evitó tener que dar la paz a gente con tan bajos sentimientos y falta de escrúpulos.
Recordemos que el hipócrita como todo actor consumado en el arte de la simulación se toma más trabajo en hacerse hombre de bien que esfuerzos necesarios para serlo”; y que la “estrechez espiritual origina casi infaliblemente la intolerancia”.
