FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO
La explosión de la misericordia
La Resurrección de Jesús es el manantial de la misericordia y la Pascual es el tiempo oportuno para crear la “cultura de la misericordia”.
El triunfo del Resucitado es el acontecimiento que puede producir la gran explosión de la Misericordia que necesitamos a favor de los hambrientos, de los que sufren, de los humildes.
La cultura de la misericordia se hace realidad en nosotros, cuando teniendo entrañas de misericordia y un corazón lleno de ternura, vivimos la Pascua de Jesús, porque en la Pascua está la verdadera fuerza para ser misericordiosos.
La explosión de misericordia que produce la Pascua no se puede quedar, simplemente, en hacer obras de misericordia, que ciertamente es algo muy bueno, sino que ha de llegar a hacer realidad el “Principio-Misericordia”, presentado por Jon Sobrino, que es el que nos lleva a ser profetas de misericordia, denunciando y eliminando las causas de todas las esclavitudes y convirtiéndonos en instrumentos de la misericordia de Dios.
Los que participamos de la Resurrección de Jesús no nos podemos quedar quietos ante tantas injusticias que producen tanta miseria y tanto sufrimiento, hemos de ser explosivos en misericordia. Por eso, debemos ser inquietos. Este fue el comportamiento de Jesús, quien no solo practicó las obras de misericordia, sino que llegó hasta las últimas consecuencias y subvirtió los valores existentes para crear una nueva sociedad.
Por este motivo las autoridades reaccionaron en su contra y lo condenaron a muerte.
La alegría fue la primera palabra que Dios pronunció, por medio de su enviado el arcángel Gabriel, al pedir a María que fuese la Madre de su Hijo, cuando le dijo: “¡Alégrate María!”.
Y es la característica de quien vive la fe en Jesús Resucitado porque al vencer la muerte ha triunfado la Vida.
Cristo Resucitado camina a nuestro lado como lo hizo con los discípulos de Emaús, haciendo un recorrido en nuestro interior, y por eso el peor mal que nos puede suceder es perder al Resucitado. Su presencia no se puede diluir entre nosotros, necesitamos de su fuerza irresistible. La misión que el Señor nos encomienda el día de Pascua es: anunciar y ser signos e instrumentos de la misericordia del Padre. La misericordia es el epicentro de la Buena Noticia, pues ella está en todo lo que hizo Jesús, en su manera de hablar y en su manera de actuar, todo se movió por el amor a las personas que sufren.
Solo podrán ser felices los que trabajan para hacer felices a los demás. Solo, mirando a Jesús Resucitado y contemplando en Él sus llagas, podemos cantar, verdaderamente, “Eterna es su misericordia” (Sal 117,2).
Esta es la actitud permanente que debe estar en el corazón de aquellos que hemos hecho opción por seguir a Jesús. Esta es la actitud con la que hemos de vivir en plenitud este Año Santo de la Misericordia.
¡Feliz Año Santo de la Misericordia porque Cristo ha resucitado!