PENSANDO...
Tiempo de reflexión

¡Cómo ha cambiado la Semana Santa en la familia dominicana! La tradición de abundancia espiritual y austeridad material no se practica. El ser humano es víctima de un mundo globalizado, no precisamente en valores, sino en consumismo. No tenemos mesura en un asueto creado para el ayuno y la reflexión y así acercarnos a valores que Cristo, en el momento de su muerte, nos dejó como ejemplo al entregar su vida.
La preocupación es dónde vamos, cómo vestimos, qué comemos, y cómo gozamos; todo esto divorciado del verdadero sentir cristiano que solo necesita de un espacio para meditar y reencontrarse con la palabra de Dios, camino en el tránsito a la vida eterna. La pérdida de fe ha encontrado una respuesta divina a la práctica degenerada del amor natural entre un hombre y una mujer, así como también frente al uso de drogas que alteran las manifestaciones naturales del hombre y lo lleva a la degeneración. Ejemplo de esta respuesta es la aparición del sida, como el 5to. Jinete del Apocalipsis, al inicio de la década de los 80s. Desde que se detectó este mal, se supo que la enfermedad escogía a sus víctimas, preferentemente entre los homosexuales y heroinómanos.
“La Plaga de las Tres Hs”, como se conoce, es el castigo contra el pecado de la sodomía, es decir, la réplica furiosa de Dios contra un mundo descreído que le ha dado la espalda a la religión, la fe, la castidad, el pudor y los valores del cristianismo. Esta plaga ha cobrado cientos de vidas desorientadas que se hacen víctimas de los designios de Dios. Son cientos de miles y millones de personas los que la incuban y la propagan; de ahí que en esta reflexión de Semana Santa captamos el mensaje de que la medicina para la cura de esta enfermedad es la práctica de los valores cristianos, que nos libera del castigo por la carencia de valores indispensables, para vivir en consonancia con la verdadera conducta cristiana.
Es momento de reencontrarnos con esos valores que gravitan en el mejor lugar de nuestras conciencias.
En esta Semana Santa, reflexionar en familia sobre la vida, muerte y resurrección de Cristo, es un deber cristiano.