PUNTO DE MIRA
Claudio: un puente histórico

Claudio Caamaño se llevó su voz de ortiga. El compañero de Abril, el guerrillero de Caracoles que defendía sus puntos de vista con la voz o el fusil, le pone una pausa a la historia política nacional. El policía a quien la lucha constitucionalista convirtió en luchador revolucionario se transforma en punto del recuento. Con él se cierra un capítulo azaroso de los derechos civiles.
Claudio es un héroe de los de verdad.
Se la jugó desde joven. Contradijo a sus parientes que eran servidores del trujillismo y abrazó una línea de lucha que con altos y bajos en muchas ocasiones casi le reclama la vida. Sobrevivió para ser un contraste. Siempre tengo en mis oídos su palabra urticante para los enemigos y traidores. Fue celoso defensor de la memoria de Francisco Alberto Caamaño.
Claudio no tenía miedo.
En los tiempos en que muchos no sabían qué hacer con sus vidas Claudio estaba en la línea de combate por la democracia. No era un teórico político ni lo pretendía. No se untaba de intelectual ni adoptaba poses. Lo vi muchas veces enfrentar la represión balaguerista, herencia que nos quedó de la invasión militar norteamericana de 1965. Este guerrillero fue epítome físico de la dictadura a la democracia. Combatió en los dos mundos.
Hace apenas dos meses que su compañero de jornada, el otro sobreviviente de Caracoles, Hamlet Hermann, se despidió del mundo. Iba en un vehículo cuando un fulminante ataque cardiaco lo atacó. También en un vehículo iba Claudio Caamaño cuando otro lo embistió le produjo heridas mortales. Se marcha Claudio en un marzo banilejo como su joven hijo, asesinado por la violencia que del país se apodera.
El amigo recién celebró sus 78 años. El guerrillero que siempre fue Claudio se mantenía involucrado en la política.
La Bandera Nacional que cubrirá su cuerpo será la mortaja con que la Patria le hace homenaje. Los cánticos revolucionarios que entonaremos en nuestras mentes nos llevarán a las revolucionarias calles de Ciudad Nueva. Perfumados de pólvora nos veremos vestidos de verde olivo, que en ese momento era el color constitucionalista.
Como hojas de historia los nombres se van acumulando. Hoy Claudio y ayer los otros. Pero queda el ejemplo. Sabemos que la rebeldía es nuestra. Los dominicanos que no han nacido también defenderán la patria. Somos un pueblo amante de la libertad.