Tiempo para el alma

“Pues tú eres mi esperanza, Señor”. Sal. 71: 5.

Esperanza, mi palabra favorita. Es más que una palabra y que una sensación. Es “algo” que “llena” la vida. La esperanza alimenta el alma, da sentido a las cosas, contribuye a transformar, es ese paso a la vez que hace que cada día brille más intensamente que el anterior; que hace disfrutar el tiempo presente como si fuera un escalón hacia lo mejor, lo que anhelas, lo que sueñas.

La esperanza no es la espera, ni siquiera se parece. La espera desespera, la esperanza ilusiona.

La esperanza es alegre, como el verde que también es vida.

La esperanza huele, sí. Huele a... a verde, a vida, a naturaleza, a lo sano.

Entonces, Esperanza es mi palabra favorita, intrínsecamente unida a mi fe, a la fe. Y la dejo reposar para que crezca, la dejo reposar en manos de mi Dios, de Dios. En Él tengo mi esperanza.

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