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Tropigas
Merece felicitación la empresa Tropigas porque, como parte de un amplio programa de responsabilidad social, instaló lo que fue su sexto vivero de corales en el litoral marino de Boca Chica, acción que debería ser imitada por otras empresas en vista de que el manejo irresponsable del litoral marino de esta isla, ha hecho que muchas de nuestras playas se estén deteriorando progresivamente. Además, la misma empresa donó un lote de lámparas LED al Jardín Botánico, que buena falta le hacía. Eso es auténtica responsabilidad social y debe resaltarse junto a todo el programa desarrollado y por desarrollar.
Ahora bien, estos elogios van acompañados de una constructiva crítica: No me pareció prudente que, pocos días después de la explosión en la planta de Solgas, que dejó a muchos sin hogar, a otros sin vida o luchando por sobrevivir, la firma Tropigas patrocinara una transmisión radial desde sus instalaciones, en la cual se habló durante cuatro horas, muy especialmente sobre sus sistemas de seguridad que hacen difícil los accidentes. Esa transmisión hacía que el oyente registrara, como punto de referencia, la explosión ocurrida pocos días antes. Entiendo que el momento debía ser de solidaridad, no de competencia. Por tanto, mejor era, si no hacer manifestación pública de apoyo al colega, callar en beneficio de toda la industria de distribución de Gas Licuado de Petróleo.
Mientras escuchaba la transmisión, vinieron a mi mente los años en que fui parte del equipo que producía la publicidad para American Airlines. Nuestro contrato especificaba instrucciones precisas de que, en caso de ocurrir un accidente aéreo, no importa de cuál línea fuera, ni en qué lugar del mundo, nuestra agencia debía de inmediato ordenar a los medios de comunicación detener la publicidad que de AA estuviera colocada. No se trataba de un gesto solidario, sino porque profesionales de la psicología habían determinado que, al caer un avión, se generan reacciones en el usuario que afectan a todas las líneas por igual.