TEMPO PARA EL ALMA

“Cuando digo: ‘Vacila mi pie’, tu amor, Señor, me sostiene”.
Salmo 94. 18.
¿Han visto o vivido la reacción de una madre o un padre cuando ven que su hijo o su hija se cae? Desde el lugar en donde esté se lanza para evitar que se dé un golpe, ayudarlo, aminorar las consecuencias de la caída.
Y si el pequeño o pequeña se golpea, entonces sufre tanto o más, pues es carne de su carne, sangre de su sangre, su bebé. Así es Dios con todos nosotros, sus hijos, sus pequeños, sus amados, sus bebés.
Nada más nos tambaleamos y Dios está ahí para sostenernos, y lo hace incluso con los hijos malcriados.
¡Cómo no ser eternamente agradecidos por tanto amor!