El debate electoral podría disminuir la abstención

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Guillermo JuliánSanto Domingo

Cuando se ejerce el sufragio, se delega en un hombre o mujer la responsabilidad de administrar estamentos del Estado. Es esencial saber quién es esa persona y sus planes de servicio público.

El abstencionismo electoral llegó a niveles de 29.77% en las elecciones presidenciales del año 2012, según citaron cifras de la Junta Central Electoral (JCE) de República Dominicana.. Es decir, de cada 100 dominicanos, 30 prefirieron dejar a otros compatriotas la importante elección de sus autoridades.

¿Por qué algunos dominicanos dan la espalda a un proceso de suma importancia para todos? ¿Será la apatía lo que hace que tres de cada 10 personas habilitadas para votar tome la decisión de ir a la playa o celebrar una reunión en sus hogares, sin acudir a cumplir con su derecho/deber? La política acapara el interés de las grandes mayorías, pero tal vez faltan elementos relevantes para generar incidencia, pese a los 900 millones de pesos invertidos en publicidad por los partidos políticos en los últimos tres meses de campaña electoral en 2012 (datos del informe de monitoreo de la empresa AGB-CDI Dominicana, año 2012).

La explicación a este fenómeno la podríamos encontrar en que una cantidad significativa de dominicanos y dominicanas no conoce las propuestas de los candidatos a alcalde, senador o diputado de sus demarcaciones.

En otras palabras, es común que alguien ejerza un voto por arraigo del partido, una aproximación personal al ciudadano o ciudadana que procura el cargo o por la promesa de bienestar individual generada en tal o cual resultado electoral, pero no por causa de planes concretos o un proyecto de gobierno.

El voto informado se compone del conocimiento básico de los antecedentes profesionales, actividades actuales y los planes de realización en el marco de las funciones por las que compite un candidato o candidata.

Ahora bien, un voto con mayor conocimiento e información es posible, a través de la celebración de debates electorales, donde los proponentes tengan la oportunidad de desglosar sus planes de gobierno, sus buenos valores y nobles intenciones, por medio de frecuencias de radio y televisión que alcancen a la totalidad de la población de República Dominicana, apoyado también en difusión a través de redes sociales.

Los representantes de la clase política que den el valiente paso, contribuirán grandemente a un incremento del acervo cultural de la práctica partidista, demostrando que son diferentes a sus opositores, en adición a que se dirigen a ocupar un puesto estatal con fines en el bien común y no en el beneficio individual.

¿Existe la certeza de que los miles de candidatos y candidatas postulados para 2016 pueden expresar coherentemente la razón por la que se exponen a una lucha electoral? Dicha certeza quedaría más que confirmada por parte del proponente con la capacidad de debatir acerca de un plan de gobierno claro, preciso y alineado con las expectativas de los votantes, con la ventaja de que aquellos que le honren con su elección sabrán por quién votan y lo qué pueden esperar una vez él o ella ocupe la oficina. Debatir los planes electorales en torno a los distintos desafíos propios de un presidente, un legislador o un alcalde tendría la facultad de estrechar un impostergable compromiso de cumplir con esas propuestas relacionadas con las más apremiantes necesidades que tiene el país. Así, el voto sería generado por información útil sobre los pasos pretendidos por ese candidato, quien a su vez firma un contrato de gestión responsable con los que le respaldan.

Un camino para lograr que el debate electoral sea una actividad normalizada es legislar sobre la obligación de la organización de los mismos. No obstante, desde mi punto de vista, la clase política de la actualidad tiene la madurez suficiente para entender, que el abstencionismo de los votantes es un reflejo de que requieren más información y el establecimiento de un compromiso de gestión estatal efectiva.

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