VIVENCIAS
Virgen de la acogida
A Jesús por María. Esta es la clave para lograr grandes portentos en el amplio margen de las desventuras que se van presentando en la vida. Para entender esto, basta aceptar que a la Virgen María en su condición de esclava del Señor le fue más fácil acogerlo, porque el ángel le confi ó quién habitaría en sus entrañas.
Dios albergado en el vientre de una joven maravillosa y pura, que misterio tan difícil de creer, pero tan fácil de entender.
Cada vez que pienso en esto, descubro la presencia de Cristo en quienes se cruzan a diario en mi camino aunque no los conozca. En un momento de éxtasis y de una fe inquebrantable, intuyo, que la Virgen a lo largo de toda la gestación solo pensaba en la criatura que iba a nacer y la responsabilidad que tenía de que creciera para cumplir su misión, aunque no sabía el sacrifi cio tan grande que implicaría y el sufrimiento por el que tendría que pasar. La Virgen María enseña a acoger con fe, porque ella no vio y creyó. ¡Cuántos milagros han sucedido porque tú Amantísima Madre eres prodiga en favores y acogida! Como dos favores que en tu condición de mensajera por excelencia de tu Hijo amado nos has concedido. El primero de una pequeñita llamada Amelia Isabel, que protegiste al nacer como si fuera tu hijita querida, para que viviera aunque no estuvieran dadas las condiciones para ello.
Más adelante, diez años después, completaste el milagro en tu Santuario en Schoenstatt, Vallendar Alemania, como Madre tres veces Admirable, donde una lagrima que cayó lentamente del “peticionante”, cuando de rodillas frente a la tumba del P. Jose Kentenich en la sacristía de la Iglesia de la Santísima Trinidad lugar donde falleció luego de celebrar su primera y última Misa en esta Iglesia, le imploraba que esta niñita cumpliera con la misión a la que fue llamada.
El segundo, con Juan Enrique, un pequeñito que estoicamente soportó con apenas seis meses de nacido, una obstrucción intestinal, que lo tuvo al borde la muerte. María de la acogida siempre solicita intercedió ante su Hijo y se produjo el milagro.
El Señor de la misericordia ha hecho grandes cosas con nosotros y por eso estamos alegres. María de la acogida vela por nosotros ahora y siempre, amén.