Tiempo para el alma

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro”. Lc. 6: 39, 40.

Si eres padre, madre, líder de un equipo, jefe de un departamento, de una empresa; trabajas con grupos de niños o jóvenes; si tienes una posición que te lleva a ser de alguna manera un modelo o al menos en la que alguien te está siguiendo, piensa un momento cómo estás guiando, cuál mensaje estás transmitiendo, qué nivel de ilación hay entre lo que dices, enuncias, predicas, mandas, sugieres, aconsejas, propones, estableces; y lo que haces, practicas, obras, ejecutas, cometes, efectúas, actúas, realizas. Por más “sabias” que sean tus palabras, si tus hechos no se corresponden con ellas, estás guiando al revés, estás condiciendo a tu seguidor (ese que puede ser tu propio hijo o hija) a un abismo; como dice Jesús, un ciego guiando a otro ciego.

Es fácil hablar bonito o querer ejercer un liderazgo o simplemente creerse que es uno quien manda; lo difícil es ser verdadero líder, verdadera madre, verdadero padre. Pensemos bien lo que estamos haciendo, más que lo que estamos diciendo.

Tags relacionados