PENSANDO
¿Informar o negociar?
La libertad de expresión es el derecho innegociable del sistema democrático y mediante la denuncia desahogamos lo que la débil justicia nos niega, dándole voz a los que no la tienen, creándoles un espacio en los procesos mediáticos que no dan respuestas a las necesidades de los que carecen de oportunidades.
La teoría luce clara, pero en la realidad recibimos las informaciones de guerras, matanzas, narcotráfico, protestas sociales, corrupción; centradas únicamente en el hecho en sí, sin la mayor profundización.
Si hurgamos en diferentes fuentes, nos daríamos cuenta de la verdadera trascendencia de los hechos y su relación con otras circunstancias políticas, sociales o económicas, que jamás habríamos sospechado.
Es así que surge ante nuestros ojos un nuevo mundo que muchas veces no queremos aceptar, pero es el mundo de los servicios de inteligencia, las grandes corporaciones internacionales, los enfrentamientos geopoliticos entre potencias o las inconfesables alianzas políticas y económicas de diferentes poderes, lo que trae consigo la disolución de las ideologías.
Este mundo a todas luces es injusto y competitivo, ya que la vida humana está supeditada a otros intereses del sistema. Según mi experiencia, muchas veces se confunde la libertad de expresión con la irreverencia en la defensa de intereses fácticos que influyen en las decisiones de Estado. Por esto vemos una lucha constante en los medios donde las acusaciones y contra acusaciones responden más a intereses de grupos que al interés nacional.
Desde mi óptica, la esencia del periodismo se convierte en una actividad mercenaria porque echa por el suelo la vocación de informar con transparencia los hechos por la mediatización carente de credibilidad y respeto. Para dar un ejemplo se esgrime que los alistados de la PN ganan muy poco para desempeñar con efectividad sus funciones de llevar seguridad a la ciudadanía; pero se obvia que en el pasado aumentaban sus recursos cobrando peaje a los riferos ilegales, hoy legalizados por bancas en todo el territorio; pero esos peajes hoy son producto de la indiferencia frente al flagelo criminal del microtráfico. En definitiva, ahondemos en las verdaderas causas que afectan nuestra inseguridad, cuando la autoridad se confabula con el delito y no logramos los resultados esperados.