COGIÉNDOLO SUAVE

Frases cargadas de humor

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Mario Emilio PérezSanto Domingo

Si hay algo que caracteriza al dominicano es su sentido del humor, el cual surge en diversas circunstancias.

Recuerdo la ocasión en que ante la muerte de un destacado hombre público, conocido por su polémica personalidad, un amigo señaló: los sentimientos hacia él estaban muy divididos, porque mientras algunos querían matarlo, otros solamente deseaban que muriera.

Un dirigente político dominicano, cuando quería signifi car que alguien lo odiaba, decía: ese tipo me quiere tanto, que está loco porque me muera, para llorarme.

Un talentoso cundango, conocido por sus ocurrencias, afi rmaba con frecuencia que él no seguía a hombres, sino ideas, para luego añadir tras una pausa: políticamente hablando.

Recuerdo lo escrito en una pared de su taller por un zapatero remendón: si el romo perjudica tu trabajo, deja el trabajo.

En una ocasión en que se criticaba en mi barrio a un residente por su escasa cultura, alguien afi rmó que esa acusación era injusta, porque el tipo era bilingu¨e.

-¿Cuáles son los idiomas que habla?- fue la pregunta que siguió al comentario.

-Español, y muchos disparates- remató con esta frase el que había formulado la aparente diferencia de opinión.

En una ocasión un individuo mujeriego dijo ante un grupo de machazos, que estaba convencido de que sostener un romance con un hombre debía ser algo placentero, y agregó que lo demostraba el hecho de que tantos millones de mujeres no podían estar equivocadas.

Ese mismo caballero puso a coger cuerda a un amigo vanidoso que aseguraba que tenía muchísimos trajes numerados, y cuando iba a ponerse uno lo elegía haciendo una rifa con cartones que extraía de un bolso de tela.

-Es una lástima que siempre salga premiado el número correspondiente al traje marrón de rayas- dijo el bromista.

Frente a un grupo de amigos que estaban enterados de su fracaso en el cortejo de la atractiva fi nalista de un concurso de belleza, aclaró que durante los días de la revolución de abril de 1965, dos conocidos cundangos le mostraron al incorregible burlador sendos artículos que tras echarles una breve ojeada, su comentario mordaz no tardó en surgir: indudablemente, la revolución cuenta con las mejores plumas del país.

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