COGIÉNDOLO SUAVE

Fea visión de la vida

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Mario Emilio PérezSanto Domingo

Cuando entablé amistad con él yo andaba por el cuarto de siglo de edad, y era cuatro años mayor.

Sin embargo, tanto en las conversaciones como en las acciones, mi amigo lucía con más experiencia mundanal.

Pero sus opiniones me parecieron siempre más pesimistas que realistas, por la carga de fastidio vivencial que encerraban.

Recuerdo que en una ocasión en que le señalé la cara de triste ensoñación que mostraba, acodada en el balcón de su casa, una joven que me atraía, dijo:

--Seguramente obedece a razones digestivas.

--No entiendo lo que quieres significar con esa frase- respondí, picada mi curiosidad.

--Que ese rostro, que a lo mejor crees que se debe al temperamento poético de su portadora, tiene por base real el estreñimiento, o la diarrea.

Cuando le recriminé su prosaica opinión con frases insultantes, se limitó a esbozar una leve sonrisa antes de responder: está bien, me transo atribuyéndolo a que tiene el período menstrual.

En varias ocasiones en que le manifesté que estaba enamorado de alguna mujer, reaccionaba con alguna frase despectiva, como esta: te gusta, porque no la has imaginado satisfaciendo una necesidad fisiológica.

Cierto día estábamos parados en una esquina de la calle El Conde disfrutando del placer visual del paso de atractivas féminas, cuando lancé un piropo a una de ellas, que lo llevó a decir:

--Esa tipa es puerquísima.

--¿Por qué lo dices?- pregunté, sabiendo que la respuesta llegaría con carga de mordacidad, como efectivamente ocurrió.

--Porque nunca, lo que se dice nunca, la he visto bañándose.

De un amigo común, al que habían despedido de su empleo en una empresa comercial, manifestó que este era tan orgulloso, que todas las veces que lo habían cancelado, de inmediato presentaba su renuncia.

Una vez ambos escuchamos a una amiga decir que no le gustaba un pretendiente, camarada de él, porque parecía un mono, y el amargado reaccionó de inmediato.

--Muchacha, no digas eso delante de un directivo de la sociedad protectora de los animales, porque sería capaz de someterte a la justicia por abuso verbal zoológico..

Mi amigo “negativista” me informó que decidió que cuando muriera lo cremaran, porque sabía que si era feo en vida, en el ataúd metería miedo a los asistentes a su velatorio.

Y agregó que en un recipiente todas las cenizas son iguales.

Decididamente, el hombre es un vivo ejemplo de pesimista incurable.

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