En La Diana
Primer tiro Las discusiones del Pacto Eléctrico y las demandas para que sea reducida la tarifa eléctrica se intensifican justamente cuando los acuerdos de pago con los generadores acaban de restablecer la liquidez y el flujo normal de caja del sector eléctrico. Dado los impactos de la tarifa en el subsidio, es necesario que el pacto eléctrico y el fiscal sean formulados y analizados simultáneamente, y dentro de un contexto global que abarque el conjunto de reformas necesarias para vincular los salarios al crecimiento del ingreso, la productividad y la competitividad.
Es necesario asegurar que la sostenibilidad fiscal y la autosuficiencia financiera del sector eléctrico se produzcan garantizando que los más pobres tengan acceso a las redes eléctricas. Aunque tanto el sector eléctrico como el fiscal tienen aspectos específicos que deben tratarse individualmente, los dos están umbilicalmente conectados: todo aumento de la producción de electricidad aumenta el déficit, y todo déficit de las empresas eléctricas tiene el potencial de convertirse en deuda del Gobierno.
Segundo tiro Posponiendo el análisis comparativo de la tarifa actualmente aplicada con la indexada a los precios actuales, es necesario que economistas, analistas y la opinión pública en general tomen muy en cuenta que en cualquier escenario de reducción de los precios de los combustibles, manteniendo inalterada la tarifa, el ahorro que se produciría sería menor, o como máximo casi igual, al monto consignado para el subsidio a dicha tarifa eléctrica durante el cursante año 2015.
El impacto de la reducción del precio de los combustibles en los resultados operacionales de las empresas distribuidoras ya fue analizado en esta columna (ver entrega del 8 de enero del año en curso). Asumiendo un escenario muy conservador de que el precio promedio de los combustibles sea un 30% inferior al prevaleciente en el 2013, y manteniendo constante todas las demás variables, el resultado es una caída de las pérdidas de las distribuidoras a tan solo US$ 200.4 millones, una reducción de un 74.7%, equivalente a US$ 591.6 millones.
Tercer tiro La variable clave del sistema eléctrico es el precio promedio de compra de las distribuidoras. La reducción de un 30% del mismo tiene un impacto en las pérdidas que es 2.7 veces mayor que una reducción de igual magnitud en la energía no facturada. A pesar de que el impacto de la reducción de ese precio es altamente favorable para la energía servida en las zonas y circuitos de alto índice de cobranza, el equilibrio financiero de las empresas distribuidoras no se logrará si no se disminuyen las pérdidas en los demás sectores.
Los únicos efectos permanentes se obtienen con la reducción del precio que produce la generación de bajo costo, y con la disminución de la energía no facturada, y los números demuestran que cuando ambos se reducen en un 30%, el negocio de la distribución se coloca en la frontera del equilibrio, ahorrándole al Gobierno US$ 810.8 millones, casi el mismo monto destinado a subsidiar al sector en el 2015. Pero para disminuir el costo de compra de las distribuidoras y reducir las pérdidas hay que hacer inversiones en generación de bajo costo y en infraestructura de distribución, y el ahorro que produce la caída en el precio de los combustibles puede y debe ser una fuente de financiamiento a considerar.