OYE PAÍS

Individualismo

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Ruddy L. GonzálesSanto Domingo

Un grupo de amigos analizábamos cómo cada día acudimos más a soluciones individuales para cubrir las deficiencias de las autoridades, en su obligación de dar respuestas a las demandas de los más elementales servicios.

Como hay apagones, instalamos una planta o un inversor; como no hay agua, montamos un tinaco, construimos una cisterna o abrimos un pozo; como no hay seguridad contratamos un vigilante, compramos una escopeta o andamos con una pistola al cinto; como no alcanzan las aulas y no confiamos en la educación pública, mandamos a nuestros hijos a colegios privados; como la atención en los hospitales no funcionan y/o no confiamos en ellos y porque hasta cobran por los servicios, pagamos un seguro privado y vamos a clínicas privadas.

Se comienzan a hacer las calles, el acueducto, la carretera, el hospital o una escuela en un poblado o barrio de ciudad y se deja a medio talle, y eso no tiene más consecuencias que la huelga, la quema de neumáticos, la pedrea.

Recordamos los casos en que el propio presidente Danilo Medina hubo de enfrentar por teléfono, frente a las cámaras de la prensa, a un ingeniero que no terminaba la construcción de una escuela contratada por el Gobierno o cómo hubo de enfrentar a otro ingeniero porque la construcción de un mercado contratado tampoco avanzaba. Parece popularizarse la peligrosa, salvaje y hasta perversa modalidad del linchamiento de personas apresadas por los vecinos de un barrio, tras cometer una fechoría.

Aquí habían ocurrido casos de linchamientos de forma aislada, pero ahora perece ser una práctica de la cotidianidad, en lo que es una suerte de denuncia pública de la desconfianza de la gente a la acción policial y/o judicial esperada.

No nos importa el mal colectivo si tenemos las vías, económicas y/o estratégicas, de resolver nuestros problemas, aunque por ese individualismo la factura acumulada de la demanda social insatisfecha sea cada vez mayor.

Ese individualismo en vez de unificarnos para presionar el reclamo de nuestros derechos, nos distancia más de las autoridades y, en cierto modo, apoya su alto nivel de irresponsabilidad. La discusión del grupo de amigos, ante la realidad, el mea culpa y las consecuencias del individualismo generalizado que vivimos, nos llevó a preguntarnos ¿y qué hacemos? para concluir con la frase popular de que: “Estamos atrapados, y sin salida”.

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