TIEMPO PARA EL ALMA

“En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: “Sígueme.” Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: “¿Cómo es que vuestro Maestro come con publicanos y pecadores? Jesús, que había oído, respondió: ‘No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos’ ”. Mt. 9: 9-12.

No confundamos las cosas.

Jesús no se introdujo entre publicanos y pecadores haciéndose uno de ellos, es decir, aprobando sus prácticas ni asumiéndolas. Jesús no distorsionó sus valores, no manipuló sus ideas haciendo una ambigua vinculación entre su vida y su mensaje.

No extorsionó ni se dejaba extorsionar, no le puso precio a su bondad, a la fe, a sus prédicas, a sus visitas, a sus milagros. Jesús no puso a competir el dinero con Dios. Jesús entró al terreno de publicanos y pecadores para transformar corazones desde el centro, no para dejar que ellos transformaran su corazón.

Lo más importante: Jesús no se engañó a sí mismo, no hizo lo malo creyendo que estaba haciendo lo bueno.

Cuidado que no nos engañemos a nosotros mismos, nuestra conciencia es lista y sabe cuándo buscamos engañarnos y engañar a los demás. Mejor es no tomar la Palabra de Dios para manipular la imagen de nuestras debilidades.

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