EN PLURAL

Educación, moral, democracia

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

El paréntesis del sábado pasado no fue ajeno a las preocupaciones que se expresan en la Triada que hoy concluyo.

Situacional, sí, porque trató de un problema puntual, pero incrustado en una matriz educativa y ética, además concerniente a la democracia que sí funciona en el Ministerio de Educación, esta polémica sobre un Manual Escolar no hubiese sido pública,

En una reunión de esas que no se hacen del Consejo Nacional de Educación podría haberse tratado y decidido el asunto.

Vuelvo al carril principal de esto en En Plural; me percibo a mí misma más preceptiva y asertiva que didáctica. He teorizado sobre Educación, Moral y Democracia. Pero, otros, Adela Cortina, Habermas, Savater y más allá, desde el horizonte severo y eterno donde moran Platón, Aristóteles, Sócrates, han dejado páginas insuperables sobre la Ética y la Educación.

Sobre la democracia, la verdadera, sistema de vida, no rito electoral engañoso no les enseñen las lecciones vivas y las interpretaciones inéditas de los gobiernos de Nueva Izquierda en América, en España, Podemos.

Mi tarea como profesora y política es otra. En un país en el que nos han trocado los valores por precio, en el que la democracia es una farsa trágica, y la Moral, algo que se desprecie y se escupe en el Congreso y tribunales, debo más que todo, DENUNCIAR. La palabra, aun más si es escrita, puede ser arma, la única que dispone una mujer vieja y cansada, pero aún combatiente.

Mi denuncia, de las carencias y deformaciones, en los conceptos Educación, Moral y Democracia es, a la vez, protesta y reclamos. Me gustaría que se trasformaran en propuestas, pero como demócrata de izquierda creo en propuestas consensuadas y mis posiciones sobre la democracia, la moral y la educación estarán subsumidos en el Programa de Gobierno del Partido al que pertenezco, el Revolucionario Moderno, que pronto estarán en manos y boca de la ciudadanía en consulta popular. Así, ese programa asumirá el gran aliento del sentimiento y del pensamiento de la gente.

Responsable de varias generaciones, en tanto ha sido nuestra más de 60 años y sigo aún dando clases, debo expiar no con lamentaciones, sino con advertencias, los fallos que incurrí aun siendo hostosiana, aun habiendo sido discípula de Bosch, colaboradora de Peña Gómez.

Predicadora terca de un Socialismo Democrático que me permitía solidarizarme en una izquierda menos dogmática, pero radical en cuanto a la igualdad, equidad y la solidaridad humana, no he sabido enseñarlo, por lo que veo.

Quizá porque durante muchos años formé parte de una cohorte de optimistas utópicos, no percibí la gravedad, la inminente del derrumbe.

Los valores que entre dictaduras y montoneros parecían sobrevivir en la conciencia de los dominicanos, agonizan. No calibramos el perverso poder del neoliberalismo hasta que dio un portazo y se instaló en nuestra casa, cooptando el pensamiento nacional, la economía, las inserciones sociales y políticas, la existencia diaria, negadora de humanidad y de justicia.

¿La educación? Variable, interdependiente de la política, de la ideología del modelo socioeconómico y de la voluntad de los gobernantes de turno, ha devenido en instrucciones mediocres va cada vez peor, como lo ilustran las evaluaciones de nuestros estudiantes, víctimas del sistema, en CERCE I, II y TERCE, Foro Económico Mundial.

Privada del espíritu de Montesquieu, se corrompe en sus raíces de autonomía y libertades, va confundiendo necesarios servicios complementarios de alimentación escolar, que son derechos de los alumnos, con filantropías y dádivas, mientras los que se aprende que para eso es que se va a la escuela, y es poco, falsificado, inútil. Poco, nada se enseñó en las aulas que sirva para la vida.

Estos 3 En Plural que hoy concluyo empezaron teorizando, y se han ido conformando en una denuncia-querella que es casi alarido, impropio de mis canas.

Mezclo hoy, como leen mis lectores, culpas propias y ajenas, acusaciones que abarcan desde la ideología hasta el aula.

Pero aunque no soy ya optimista utópica, sigo creyendo en las utopías, y las concreto, Galeano definió una vez que servía para que caminemos; yo agrego que para andar hacia ella, hacer diagnósticos pesimistas nos impulsan. Que los lectores espiguen en la crudeza de este diagnóstico sobre el estado de situación de la Democracia, la Moral y la Educación, también la política en nuestro país, algunos elementos que se salven, redimidos de la ira, por el amor desesperado en que se impregnan.

Lo creo, quiero creer que aún es posible construir la Democracia, restaurar la Moral, para que nuestra Educación pueda instalarse en las conciencias y conductas ciudadanas.

Junto a los que emprendan la tarea de construir y restaurar, este trípode, estaré mientras respire, aun precariamente, por mi asma.

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