PANCARTA
El movimiento social, debilidades y fortalezas

En República Dominicana, el movimiento social registra un palpitar cotidiano que cualquier analista se equivoca. Aquí no existe el “juiciómetro”, que calibra repercusiones sobre acontecimientos políticos o de otra índole en la llamada opinión pública.
Se equivocan, medio a medio, quienes divulgan una supuesta popularidad del gobierno de Danilo Medina entre los dominicanos, omitiendo el abanico de resortes oficialistas que operan tras las cortinas de Palacio para que los números “cuadren”.
Contrario a las reacciones y el reguero de comentarios callejeros, por ejemplo, los oficialistas hacen una risible suma de popularidad cuantificando, primero, el pacto Danilo-Leonel, y luego el pacto Danilo-Miguel.
La realidad es todo lo contrario, según lo revelan las reacciones repugnantes provocadas por ambos acuerdos políticos con escasos precedentes en el plano moral. En la vertiente del movimiento social contestatario, su magnitud está por encima de los estimados que hacen los simpatizantes de las respectivas causas sociales.
Una gran dispersión de grupos postulantes de diversas temáticas hace sentir más débil el movimiento. De ahí lo atinado de focalizar los temas más comunes considerados prioritarios por un significativo número de núcleos o agrupamientos.
No vivimos en Marte ni en la Luna. Se escapan aspectos importantes sobre la identificación de lo que se mueve y quien es quien por provincias. Pero es obvio que ante cualquier llamado nacional responde con su asistencia menos de la mitad de los grupos existentes.
Entonces, es cuestión de perseverancia, “ni prisa ni pausa”, en la estrategia de la acumulación, por lo menos de representaciones provinciales, siempre que males graves como la corrupción e impunidad maticen el móvil del llamamiento.
Percibo como grave debilidad los extendidos paréntesis entre una convocatoria y otra. Y más grave aún, carecer de una estrategia de comunicación, orientada a desmontar el rollo de mentiras que divulga el oficialismo mediante un “viaje” de recursos. Pese a todo, un breve recuento arroja la verdad irrefutable de que la extensión del PLD tiene su truco en las malas artes empleadas. Esta flaqueza entraña fortaleza del movimiento social.
Una conciencia popular creciente y el descrédito generalizado de instituciones como las cámaras legislativas, las cortes judiciales, etc., acopian una fortaleza ciudadana que ya veremos sus resultados.