FIGURAS DE ESTE MUNDO

La bailarina descalza

En la tarde del 14 de septiembre de 1927 muere, víctima de un absurdo accidente, Isadora Duncan, la bailarina norteamericana que se lanzó a la fama con los pies descalzos, una túnica transparente y una danza que hizo revivir la mitología griega.

Opuesta a las rígidas disciplinas del ballet, Isadora está considerada como la iniciadora de la danza moderna, reconocida ofi cialmente como una nueva forma de arte creador.

Sus movimientos son llenos de gracia y soltura, y sus pantomimas rebosantes de fantasía, al compás de la gran música clásica, creando así su propio estilo escénico.

Oriunda de California, Isadora inspira su singular expresión corporal en el arte griego e italiano. En Europa, se convierte en la danzarina descalza mimada por todo el continente, aclamada en los mejores escenarios de París, Londres y otras capitales.

Pero un día llegó su trágico fi nal. Tenía 49 años de edad y estaba en Niza, Francia. Aquella tarde sube a su automóvil, un Bugatti, se coloca alrededor del cuello su característico chal y se despide diciendo alegremente: “¡Adiós, amigos míos, me voy a la gloria”. Poco después, mientras el automóvil inicia su marcha, la punta del chal, en lugar de fl otar al viento, se enreda en los radios de una rueda trasera y le rompe instantáneamente el cuello.

Antes de morir, Isadora Duncan miró su futuro con optimismo, con alegría, pero no consideró los designios de Dios. En lugar de jactarnos por el futuro, debemos decir, según aconseja el apóstol Santiago: “Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello”, porque “¿qué es nuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”.

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