Tiempo para el alma
“Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia”. Mr. 5: 19. No te guardes la obra que Dios ha hecho en tu vida. Sus bendiciones sobre ti no son solo para tu beneficio, han de servir también para que con tu testimonio otras personas sean impactadas sobre la misericordia, el amor y el poder de Dios. Hay quienes dicen, “no tengo que estar cacareando o exhibiendo lo que Dios ha hecho en mí, lo importante es que Él y yo sepamos lo que sepamos”. Quien piensa así yerra; las demás personas sí deben saberlo, no para que hagas alarde, sino para que con tu ejemplo puedan tomar la opción de seguir el camino de la fe; trae además, como valor agregado, el compromiso de que mantengas una vida de coherencia e integridad. Ahora bien, cuando proclames, cuando hables, cuando escribas de Dios, hazlo poniendo al Espíritu Santo de inspiración, recordando que es la manifestación del mismo Dios en tu vida, en su pueblo; la palabra ungida mantiene vivo tu testimonio y ha de ser tu motivación para seguir en el camino que elegiste cuando aceptaste las maravillas de Dios en ti.