¡Basta ya!... Sr. Presidente
Hemos aprendido que la mayoría de los grandes sucesos de la historia, los grandes descubrimientos y relevantes inventos, no son necesariamente fruto de una chispa mágica que abruptamente se evidencia en la mente del ser humano o en la conciencia de los pueblos... Son fruto de todo un periodo de sedimentación, de precipitación y acumulación que finalmente desencadenan los hechos trascendentales que marcan hitos en la historia... La Toma de la Bastilla por ejemplo, no fue un hecho repentino e inesperado como muchos podrían imaginar. Fue producto de una crisis institucional continua e irresponsable, cuyo impacto se fue fraguando en la conciencia del pueblo francés. Ese período de “fraguado” fue silencioso, subterráneo y desapercibido por la clase gobernante... hasta que solo una gota rebosó la copa y sobrevino el gran acontecimiento.... La tolerancia de un pueblo tiene un límite... la fina malla de la conciencia no es ni impermeable ni indestructible. Cuando las fuerzas del subconsciente deciden emerger, nadie las detiene... Igual sucede con la mayoría de los cánceres en el cuerpo humano. Como médicos conocemos que el cáncer de colon, el de próstata, el de mama y varios otros, sintomatológicamente no “avisan” ni aparecen repentinamente. Silenciosamente van “cuajándose” hasta que producen sintomatología y ya es muy tarde para tomar las medidas preventivas que pudieron haberse tomado y evitar el fatal desencadenamiento... Hoy día la República Dominicana enfrenta una crisis de magnitudes sin precedentes con el vecino pueblo de Haití. Las gotas están cayendo lentas pero continuas en la conciencia del pueblo dominicano macerando su tolerancia. Pecaríamos de injustos si cargaríamos en los hombros de la Primera Magistratura la responsabilidad donde intereses privados y empresariales están involucrados en esta “trata de blancas” aunque suene contradictoria la frase. Sin embargo el peso de las decisiones por ley y derecho corresponde a quien lleva el soleo presidencial. Los sufridos y atribulados vecinos violan nuestros limites territoriales, ejercemos nuestro derecho como Nación con las sanciones correspondientes, y como reacción, nos secuestran diplomáticos y hasta militares. Ante este hecho, como respuesta pusilánime, nos sometemos como viles e indignos seres humanos a los términos y chantajes de los que han transgredido la ley dominicana! Y no solo eso, repatriamos 13 mil nacionales haitianos y dejamos penetrar 30 mil de estos sufridos congéneres, y como si fuera poco, no solo aceptamos los indocumentados, sino que con ayuda internacional, les proveemos viviendas y le creamos todo un hábitat, consolidando y certificando de este modo la legalidad de su existencia. Les proveemos de educación y salud, como si nuestros propios sufrientes nacionales no vivieran en la miseria mas espantosa. Les proveemos asistencia en nuestras Maternidades, hoy repletas de parturientas que cruzan nuestras fronteras con el intencionado propósito de alumbrar en nuestro suelo, cuando nuestro Sistema de Salud lleva la triste medalla de una de las mas altas tasas de mortalidad materno-infantil de Latinoamérica. Nuestras mujeres, ya en labores de parto, paren en rincones porque nuestras camas están “ocupadas” por nacionales haitianas. Nuestra magnanimidad raya en la negligencia, irresponsabilidad, desidia y casi en la cobardía. Reclamamos por ende, posturas más sólidas y decididas de nuestro gobernante. Excelentísimo Señor Presidente Danilo Medina: Reconocemos con sinceridad que Ud. es uno de los mejores presidentes que han ocupado la Primera Magistratura de la Nación. Su sensibilidad humana, su unidirectismo de propósitos, su noble corazón, su defensa al país en lares internacionales. Su honrosa, preclara mente que se eleva por encima de diatribas y discusiones estériles, lo proyectan con indiscutible liderazgo.....Sin embargo...rogamos a Dios que en este tema que concierne a la salud histórica de la República Dominicana, Dios le ilumine la mente y el corazón, y que de su garganta aflore nuestra bandera tricolor y Ud. emita el grito que una vez en momentos aciagos del país, fue dicho con la fortaleza de un mantram patriótico: “¡Basta ya!!”