EL BULEVAR DE LA VIDA
Una peña para el Presidente
En un país eminentemente presidencialista, el cargo de Jefe del Estado es tan absorbente que puede llegar a afectar la salud del titular, sobre todo cuando el exceso de trabajo le genera estrés del malo, el que nos provoca lumbalgias (yo sé de eso) o alergias. Para salvarse de esto, los presidentes dominicanos de los últimos años han utilizado diferentes estrategias. Hipólito y Leonel: Los Lakers y un Dominó. Lo de Hipólito es la chercha fraterna en cualquier sitio y a cualquier hora o momento. El ex mandatario disfruta como pocos una reunión entre amigos, y sabe muy bien separar el momento de “las vainas” de la política, con el de dar “cuerda” a todos y sobre todo. En los chistes y un buen dominó se apoyó Mejía para botar el estrés durante su presidencia. Sus visitas matutinas a la cafetería La Francesa son de antología. De Leonel Fernández también conocemos su receta para “botar el golpe”: Los libros, las tertulias intelectuales, el baloncesto de los Lakers... y añádale a esto, su costumbre de aparecerse al final de las clases de maestría o diplomados en FUNGLODE, para tertuliar con profesores y alumnos sobre los temas tratados. Y qué hacer con el Presidente Medina Bien por Hipólito y Leonel, sí. Pero y qué hacemos con un Presidente que está convencido de que más que una tertulia entre amigos o la lectura de El Capital en el siglo XXI, de Piketty, lo que verdaderamente le relaja (-él insiste en afirmarlo-) es arrancar en domingo con tres funcionarios y el chofer, a visitar pobres con la solución de algún problema comunitario en la mano, lo que implica cierta carga de estrés, y lo peor, la continuidad del trabajo que realiza durante toda la semana, y con una puntualidad de relojero que asusta. Es cierto, que en los años heroicos de la revolución cubana el Che Guevara botaba el estrés de su cargo de Comandante, presidente del Banco Central y Ministro de Industria, cortando caña los fines de semana, pero Guevara fue siempre “un vendaval de pasiones”, un poeta de la vida entre la libertad y la aventura. Lo de Medina es otro asunto. Sin el dominó de Hipólito ni la Academia de Fernández, Medina debe buscar la manera de relajarse... y ahí entra nuestra peña. La Peña de los martes En lo que sus más íntimos amigos, y su familia reunida en asamblea, negocian con el mandatario la forma de disminuir su tren de trabajo, muy cortés y humildemente, le ofrezco nuestra peña de los martes, La Peña, donde aprovechando la membresía de José Antonio Rodríguez (-en plan cantor, dejando en la entrada su cargo de ministro-), y la de Víctor Víctor, (cantor donde hubiese un cantor), uno habla poco -casi nada- de política y mucho de la vida y sus azares, las canciones, la familia, los hijos, nietos bienvenidos, amores idos, literatura. En La Peña, por tener tenemos hasta un maestro de acupuntura y budismo Zen importado, un agregado político que colecciona tipos de whisky, un casi cura y sus hermanos, dos gordos felices que pueden ser tan ácidos y terribles como buenos amigos, cuatro damas de excepción, un poeta de la secreta, un agente de madrugada del 9-1-1, que es además una lumbrera jurídica, y hasta un agrónomo retirado que sabe de yoga y economía y es el dueño de la casa. Esta usted invitado, señor Presidente. El próximo martes, cierre el negocio palaciego temprano, dígale a Carlitos y arranque para allá. Promesa importante Habrá jugo de “lechosa con K”, del mejor; y para su tranquilidad y relajación, juramos por la María Magdalena y sus amores, ante una Biblia y dos copas de vino, que ese martes en La Peña no se pronunciarán las palabras: Nombramiento, Constitución, Diputados, Presupuesto. Y sobre todo, le prometemos que nadie, absolutamente nadie, le preguntará sobre la reelección.