MI PALESTRA

¡Que Leonel responda!

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Germán MartínezSanto Domingo

Desde el instante en que Leonel Fernández, un dominicano de humilde origen de un barrio capitaleño, tres veces Presidente de la República abandonaba el Congreso Nacional sabía, y sabíamos, que sería acusado y acosado por quienes no le podían perdonar la osadía de ser, en todo, superior a ellos. Durante todo este período de gobierno no ha habido un solo día en que por vía de medios electrónicos, por radio y por televisión, alguien lo acuse o saque de su manga la supuesta presencia de la mano de Leonel en actividades que riñen con la justicia o con su condición de Presidente. Aplaudido y homenajeado en todas partes del mundo, un grupúsculo infectado de odio y de envidia en su país lo quiere crucificado, pero antes, desacreditado y humillado, no solo a a él, sino a su mujer y sus amigos, como si fueran los apestados de un asociedad que no tiene, en sentido general, calidad moral ni para hablar, ni acusar, ni tirar una piedrecita. Así las cosas hay gente atrevida, aun dentro de su partido y del gobierno que él se “fajó” a hacer Gobierno, que han abusado, que se han confabulado, que lo quieren sacar de sus casillas y traerlo a darles con una respuesta la importancia que no tienen, que no han logrado por motu proprio. Creo que están equivocados. Su silencio no es porque otorgue nada, es precisamente para no darle importancia a quienes pretenden utilizarlo como trampolín a la fama. El liderazgo de Leonel Fernández supera todas las zancadillas. Camina por encima del jabón y los vidrios que sus más enconados enemigos, no adversarios, quieran tirarle en su camino. Será de nuevo Presidente de la República, no una sino por lo menos dos veces más, y habrá de estar allá arriba en la gloria de la política y las letras, junto a los que nacieron, como él, predestinados, sin ambiciones y sin dobleces, sin maldad, y con un grado de decencia y amor que ya quisieran para ellos sus acusadores envidiosos. Las defecaciones cerebrales que desde agosto del 2012 persiguen a Leonel no han de evitar que sea reconocido y aupado de nuevo al solio presidencial para que muchos pasen el resto de sus días destilando odios. Pero, y esto lo afirmo, que no esperen respuestas; esos habrán de terminar igual que aquellos que en otra osadía política declararon a Balaguer cadáver político, lo acusaron y acosaron, unos terminaron leyéndole, y otros arrastrados a su pies llamándolo amo.

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