ORLANDO DICE
Manipulación de las encuestas
LA HORA.- En ese juego de percepciones y suposiciones de las encuestas, algunos aspirantes debieran ir aceptando como propias esas realidades. Las manipulaciones se ven a leguas, poco las sutiles y mucho las burdas, pero en las imposiciones políticas siempre hay malicia y perversidad. Los actuales trances no tienen que ser la excepción. Tiempo más que suficiente para recoger las velas, si todavía la barca está en puerto y los movimientos del agua anuncian tormenta. Los peledeístas hablan entre sí y no solo hacen cálculos o apuestas, sino que artificiosamente crean posibles escenarios. ¿ Cuál de los precandidatos que no sea Leonel Fernández está en condiciones de negociar ? Ninguno. ¿ Y buscar un arreglo ? Todos. Lo inmediato, al parecer, sería el arreglo, y después la negociación. Nadie da muestras de declinación, o de retiro, pero no se cree que todos lleguen al escrutinio del Comité Central. Que sería el momento ideal para apearse de un caballo que cojea de más de una pata y que difícilmente pueda cabalgar en un terreno tan escabroso y en tan difíciles circunstancias… SIN REMEDIO.- No hay regla conocida, pero se hace cuesta arriba que los aspirantes sean presentados uno a uno, y se piensa que lo ideal sería hacerlo en bloque, de manera que no se conozcan las precariedades de ninguno. Según la ley interna cada candidato necesita la aprobación de un 33 % de una matrícula de 640. Esto es, más de 200 votos, y más de 200 votos, como se diría vulgarmente, no es ninguna paja de coco. Que se sepa, no hay ninguna encuesta entre los miembros del CC, que pueda adelantar resultados. Pero sí se recuerda que esos boyscouts no llegaron al organismo por sus propios pies, sino cargados por uno o dos de los dirigentes principales, y difícilmente los humos puedan írseles a la cabeza y convertirse en cowboys y galopar a sus anchas. Cada interesado, por tanto, no se confiará a su suerte, y buscará la bendición de uno de los dos padrinos, y estos no podrán ser remedios, puesto que ya son la enfermedad. Las imprevisiones del 2010 ahora se cargan de fatalismo, y todos los caminos llevan a Roma, y si no, al Vaticano… LOS CAMINOS.- Ya se sabe que Leonel Fernández no es meteorólogo, y que su espera no tiene nada que ver con el soplo de los vientos. El va levantando día a día su tarima, pero sin saber si será cadalso o escenario de presentación. Florecen muchos movimientos, pero ninguno escuela de pensamiento, como en la afortunada expresión de Mao Tse Tung. La clave está en el poder, en si la reelección sale a los caminos, o el actual equipo de gobierno se conforma con un solo mandato. Si fuera lo segundo, Fernández se impondría internamente, incluso con los números que registra ASISA, pues no hay duda que la carga está de un solo lado y por el momento no se ve forma de emparejarla en medio de la jornada. Ese ejercicio de equilibrio debió haberse producido hace tiempo, y posiblemente muchos aspirantes se cansaron de esperar. Quisieron usarlo de mampara, o de pivote, pero este se hizo el desentendido. Acostumbrado a enlazar, o a que le atajaran, nunca pensó en hacer lo propio con otros… LA GRACIA.- Con el presidente Danilo Medina podría darse la misma situación. Los precandidatos olvidaron el refrán de que “ es mejor caer en gracia que ser gracioso ”, y se pusieron a ser graciosos sin saber si la gracia estaba disponible. Parece que no, pues no existen elementos a manos de que este o el otro cuentan con aval oficial. Recuerdo haber dicho que ese era un camino equivocado, que cada candidato debía desarrollar su estilo, mucho más ahora que el sello personal tiene tanta importancia. Las semejanzas se dan, pero no se fuerzan. Fernández se parece a Joaquín Balaguer, del mismo modo que Medina a Juan Bosch. Aunque los dos tendrían en común que no pasan la antorcha. En que no piensan dejar herencia en vida. A Fernández los manes le fueron más favorables que a Medina, y si llegó a mojarse los pies, de seguro que las aguas nunca pasaron de los tobillos. Medina no llegó a ahogarse, pero si vio las aguas por encima de las rodillas, y obligados a remangarse, como haría cualquier labriego. Esa labor, y consiguiente estructura no puede darla, sin más, al primero que diga “ señor, señor …”…