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FE Y ACONTECER

“Todos buscaban a Jesús”

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

V Domingo del Tiempo Ordinario a) Del libro de Job. Nos encontramos en esta primera lectura de hoy con el drama de Job. Esta hermosa joya literaria trata de forma amplia y profunda el tema del sufrimiento, que siempre ha sido punto de debate en todas las épocas, porque hay una pregunta que exige respuesta, ¿por qué sufrimos? Antiguamente se creía que el sufrimiento era obra del pecado, y los amigos de Job suscriben esa tesis a la que Job se opone. Con esto te estoy diciendo, amigo lector, que hay que leer este valiosísimo libro porque en él podremos encontrar respuesta a muchas preguntas que nos inquietan. Hoy sabemos que hay millones de hombres y mujeres de todas las edades que están sufriendo horrores, es posible que alguien cercano a nosotros esté en esas condiciones. Si leemos a Job despacio encontraremos la respuesta a las preguntas más inquietantes. b) De la primera carta a los Corintios 9, 16-19. 22-23. Seguimos leyendo la primera carta de San Pablo a la comunidad cristiana de Corinto: “Anunciar la Buena Noticia no es para mí motivo de orgullo sino una obligación a la que no puedo renunciar. ¡Ay de mí si no anuncio la Buena Noticia!” Estimula leer al gran Apóstol. Sabemos que su predicación provocaba en unos grandes celos y en otros los inducía a crear polémicas con él. No podemos olvidar que es un hombre que se ha convertido del judaísmo, en el que se distinguió por un fanatismo extremo, así que muchos nunca entendieron esa conversión y por eso lo adversaban sistemáticamente, pero él se sentía tranquilo, aunque acosado por quienes no querían aceptar su predicación tan viva y convincente. “Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles, me he hecho todo a todos, para ganar sea como sea, a algunos”. A un hombre de esas condiciones es difícil atacarle con argumentos poco convincentes. Repito, es un hombre que en el momento de su conversión al cristianismo, estaba entregado de lleno a perseguir a los cristianos, luego no se le puede acusar de crédulo o que simplemente se ha dejado seducir por éstos. ¡Cuánto nos enseña el gran Apóstol con su espectacular conversión! c) Del Evangelio según San Marcos 1, 29-39. Después que San Marcos narra la llamada de Jesús a los Apóstoles pasa a relatar varias curaciones de las que hoy aparece la suegra de Pedro que estaba en cama con fiebre. Dice el evangelista que Jesús “se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles”. Los comentaristas de este pasaje dicen que la suegra de Pedro simboliza la situación de exclusión que sufrían las mujeres ancianas y enfermas. En el caso que estamos comentando, Jesús, como en otras ocasiones similares, se sobrepone a esos prejuicios y le concede el favor de la curación y la reintegra a sus labores domésticas. Siguiendo con el texto del Evangelio, dice San Marcos: “Al atardecer, cuando se puso el sol, le llevaron toda clase de enfermos y endemoniados, toda la población se agolpaba a la puerta”. Podemos imaginarnos el entusiasmo de aquella pobre gente muy marginada, que no contaba con elementales servicios de salud, al ver a Jesús que los maravillaba con una predicación inédita y acreditaba esas bellas catequesis con los milagros que la acompañaban. No podemos olvidar que estas actitudes de sencillez y de gran sensibilidad humana de parte de Jesús eran las que enardecían a aquellas muchedumbres, por eso le seguían olvidándose de todo. San Marcos concluye el evangelio de este domingo quinto, diciendo: “Muy de madrugada se levantó, salió y se dirigió a un lugar despoblado, donde estuvo orando. Simón y sus compañeros salieron tras él y cuando lo alcanzaron, le dijeron: Todos te están buscando. Les respondió: Vámonos de aquí a los pueblos vecinos, para predicar también allí, pues a eso he venido. Y fue predicando en las sinagogas de toda Galilea y expulsando demonios”. Leer el Evangelio de hoy tiene que entusiasmarnos igualmente a nosotros al leer cómo Jesús combinaba su predicación, con los milagros que la acompañaban y con esos largos ratos de oración. Era la forma de contar a su Padre Dios cómo la gente le acogía, cómo les enseñaba y la reacción de ellos demostrándoles gratitud, por eso le seguían llenos de alegría. Es para nosotros un testimonio para imitar.

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