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A reconstruir a Cuba

Adiós a la Revolución que atrajo tantos elogios y adhesiones de las naciones del mundo, principalmente de las poblaciones de jóvenes idealistas y de los intelectuales, y por qué no, de los líderes y mandatarios de los cinco continentes. Llega a su fin esa pesadilla larga del castrismo-castrense exhibiendo esa Revolución de los eslóganes: “Esa bandera, ese cielo y esta tierra la defenderemos al precio que sea necesario”; “Con esfuerzo y consagración avanzaremos y venceremos”; “Vamos bien”; “Mientras más bloqueo más crezco”. La decisión de restablecer las relaciones Estados Unidos y Cuba pone en evidencia el fracaso de dos actitudes: la resistencia cubana y el embargo de los Estados Unidos. Cuba porque “transitó el camino doloroso de 56 años para ir del capitalismo al capitalismo”; Estados Unidos por aplicar la política estúpida de destupir la caldera cubana concediendo residencia y ciudadanía a todo cubano disgustado con el régimen, cuyas consecuencias fueron que hasta la dictadura diseñó planes de “puertas abiertas” (claro, con expolio de bienes a todo exiliado), como el envío de miles de niños a USA en 1962; la operación Camarioca y los Vuelos de la Libertad en tiempo de Lindon Johnson; el aluvión de Puerto Mariel, con delincuentes y enfermos mentales incluidos, y los osados balseros, han sido las válvulas de escape utilizadas por el régimen para evitar la explosión social. La política estadounidense de pies secos, pies mojados constituyó el fracaso del embargo. Básicamente la debacle económica, con su aluvión de precariedades, ha hecho posible toda esta “apertura”. Ahora la vieja Revolución no querrá que se hable de ella. Se desembaraza de los grandes delitos políticos, sus años de plomo, sus años de pobreza y limitaciones a que ha sometido al pueblo cubano, y lo hace sencillamente por una imagen de marketing a una revolución castrante, castrista y castrense. Una revolución opresiva, dinástica y de sojuzgamiento. Ya el propio Comandante se ocupó en su momento de admitir su fracaso en aquellas confesiones en el “Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas”. Así que Cuba necesita diversidad contradictoria (cultural, política, social y económica), productividad; profesionales y políticos que compitan y riñan con sus ideas; competencia entre comerciantes; sin Internet restringido y la computadora no vista como una imprenta. A guisa de ejemplo: en el año 1960, Cuba era el tercer país entre once de Latinoamérica en consumo per cápita calórico diario y en el 2000 era el último de los mismos once (Anuario de la ONU para ambos años; Los Funerales de Castro, página #110, Vicente Botín). Pero, ¿que la Revolución ha sido un fiasco? Al castrismo-castrense le importa un comino. Ellos han vivido por ella, y sobrevivirán aceptando la “democratización” impuesta desde USA, desde luego, al mejor estilo de la ex-Unión Soviética. A lo Putin en Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Un partido “socialista-democrático”, concentrando los bienes del Estado desmantelado entre sus propios oligarcas; todos los resortes del poder en sus manos y la candidatura de un Castro de la dinastía: Alejandro Castro Espín, mientras la oposición presentará sus candidatos en unas elecciones montadas para que continúe la farsa: la “democracia” ya legitimada con las “primeras elecciones cubanas”, y que complacerían a los norteamericanos. La salida perfecta para la reconstrucción cubana. Lo que no pudo el rubro lo hará el dólar: sacar a Cuba de la miseria y el parasitismo. Aunque crean haber borrado el pasado de Cuba con su formidable propaganda, conoceremos al final del daño a esta nación.

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