Sabiduría y esperanza de los Salmos

La ventaja que tiene de orar con los Salmos, es que ayudan a comprender muchas de las cosas que suceden a nuestro alrededor, a las que no le encontramos explicación o no entendemos el porqué ocurren. Desde esa perspectiva, los Salmos 5, 91 y 111 orientan sobre el particular. Lo primero es entender, que el principio de la sabiduría es el temor del Señor. Esa gracia recibida de lo alto, hace que demos gracias a Dios porque es bueno, proclamando cada mañana su misericordia; y de noche, su fidelidad, porque sus acciones son nuestra alegría y júbilo. Pero entendiendo que las obras de las manos del Señor son dignas de aprecio; de que son magnificas son sus obras, pero el ignorante no las entiende ni el necio se da cuenta. Es de igual importancia entender porqué germinan como hierba los malvados y florecen los malhechores, aunque estos serán destruidos para siempre; en cambio, el Señor es excelso por los siglos. Pero no hay de qué preocuparse, ya que los enemigos del Señor perecerán y los malhechores serán dispersados; entonces ungirán a los siervos fieles con aceite nuevo y los ojos despreciarán a los enemigos y los oídos escucharán su derrota. Entonces el justo crecerá como una palmera y será plantado en la casa del Señor; en la vejez seguirá dando fruto, proclamando que el Señor es justo y que ya no existe la maldad. Que no hay firmeza en las palabras de los pérfidos, porque por dentro están llenos de malicia, y sepulcro abierto es su garganta aunque su lengua hable con halagos. Tal parece que el tiempo siempre puede “revelar al hombre justo; en cambio, al perverso se le puede conocer en un día”.