UMBRAL
El terrorismo no es musulmán
(3) Hatuey, primer indígena en enfrentar a los conquistadores europeos en el “descubierto” continente, daba la versión, desde la óptica de los pueblos conquistados, de la forma en que los colonizadores, en una alianza entre Estado e Iglesia, emprendieron su sangriento proceso de evangelización y conquista que se ha prolongado hasta nuestros días con la ideologización o colonización cultural. Recuerdo como se inoculaba a los estudiantes del nivel básico y medio de nuestras escuelas hace algunos años, cuando se nos vendía la idea de que la veneración de la Virgen de las Mercedes obedecía al hecho de que ésta apareció en la batalla del Santo Cerro para proteger a los conquistadores de los malvados indios conquistados que defendían su oro y a sus mujeres. Bernard Shaw, escritor irlandés nacido en 1856 y fallecido en 1950, quien desarrolló su carrera literaria en Inglaterra, viendo la conquista desde el punto de mira del conquistador, dijo: “Ciertamente, al hombre inglés no le faltaba una actitud moral particularmente eficaz. Como gran paladín de la libertad y la independencia nacional, conquista y se anexiona medio mundo y lo llama colonización. Cuando le interesa un nuevo mercado para sus mercancías adulteradas de Mánchester, envía un misionero que predique a los indígenas el evangelio y la paz. Estos matan al misionero y él (el inglés) inicia una campaña armada en defensa del cristianismo, en nombre del cual combate y conquista. Y se queda con el mercado como recompensa celeste”. No perdamos de vista que para lograr sus objetivos evangelizadores, cristianos y conquistadores, actuando bajo órdenes del Estado, recurrían, no solo al engaño religioso, sino a la sangre, al degüello, al exterminio: ¡Al terror! Al mismo de que echaron manos por “mandato divino” el Josué bíblico y el Sharon que llevó el apocalipsis a Sabra y Chatila. Pero a esta alianza político religiosa se sumó la empresarial, como nos revela Loretta Napoleoni en su libro “Democracia en venta”: “Ödentro del proceso de colonización, empresas e instituciones públicas occidentales se convirtieron en socios comerciales, hasta el punto de que no era fácil determinar quién detentaba el poder. Esta alianza se ha mantenido invariable, incluso reforzada, hasta nuestros días, en que una singular uniformidad de perspectivas parece caracterizar las relaciones entre el gran capital y el Estado”. La economista italiana afirma que “corrobora la alianza entre el Estado y el gran capital el hecho de que la expansión colonial se produce precisamente a través de vanguardias comerciales”. Y agrega que “no fue la Corona inglesa la que colonizó a la India, sino la East Indian Company Ltd, y lo mismo puede decirse de la Dutch East Indian Company en Indonesia”. Y remacha: “Una vez abierto el mercado, el Estado invierte poniendo a disposición de las empresas su propia burocracia para la gestión de la colonia conforme a las reglas del hombre blanco y a su favor”. Los derrocamientos de Jacobo Árbenz por causa de la United Fruit Company, y de Salvador Allende por la nacionalización del cobre, promovidos por EEUU y ejecutado por la CIA, son ejemplos en AL de lo afirmado por Napoleoni.