ORLANDO DICE

El PRM: ¿Arrancó bien o arrancó mal?

UN FIN.- El campesino dominicano tiene formas muy suyas de reaccionar ante inconvenientes de la vida. Por ejemplo, cuando un parto se hace difícil y la criatura se salva a chepa, después del Ave María Purísima, exclama: “Ese muchacho tiene que estar vivo para un fin”. Lo mismo puede decirse del Partido Revolucionario Moderno. Muchos los pujos, más los dolores, pero desde el pasado domingo: “Vivo y viable”. Ya se conocen los medios, y ahora falta el fin. ¿Arrancó bien o arrancó mal? No se sabe ni se entiende por qué no fue transmitido por radio y televisión, como era propio que se hiciera. El maestro de ceremonia hizo pensar que sí, pero los interesados buscaron y buscaron en el dial, y nada. Habrá que ver de quien fue la falla, y de seguro que de los organizadores. Vale recordar que tanto en la alocución de Hipólito Mejía, como en la presentación de los equipos de trabajo de Luis Abinader, se utilizó una cadena nacional. El punto parece sin importancia, pero la tiene, y mucha. Significa que Abinader y Mejía tienen relaciones o recursos para cobertura de sus actividades, y el PRM no... LOS APLAUSOS.- Me cuentan que Hipólito Mejía y Luis Abinader entraron juntos al salón del Dominican Concorde, pero la concurrencia aplaudió más a Abinader que a Mejía. La razón no hay que buscarla en el cielo, en la buena estrella del joven aspirante, sino en la claque llevada al efecto. Los hipolitistas denuncian por lo bajo que los luisistas tienen la mala costumbre de provocar las avispas, de tomarse por asalto los escenarios y dar la impresión de la mayoría, de que su gallo levanta más fervor en las gradas. Dicen que conocían por adelantado esa línea, y que los dejaron hacer, los dejaron pasar, pues un aplauso más o un aplauso menos ñen un lugar cerradoñ no cambiaba la correlación de fuerzas que existe en la calle. Donde se consideran los preferidos. Que lo importante fue lo que finalmente se logró: tener un partido. Incluso refieren cómo el entusiasmo de los seguidores de Abinader se fue al suelo cuando se leyó la resolución que indica la forma de elección del candidato: Convención abierta y voto universal. Nada de encuestas ni arreglo de aposento... HASTA TANTO.- La idea era no tocar ni con el pétalo de una rosa a Luis Abinader, hasta que el PRM no fuera oficializado y se produjera el cambio de mandos. Todo el mundo sabía y decía que la Alianza Social Dominicana era de la familia Abinader, pero no que la propiedad era tan entrañable que la presidencia estaba en manos de un cuñado de Luis, y que el pasado domingo presentó renuncia, facilitando de ese modo los arreglos y acomodos de lugar. Si los seguidores de Hipólito Mejía se ponían a fastidiar más de la cuenta al grupo de Abinader, se corría el riesgo de que todo se echara para atrás. Ahora tienen el partido, aun cuando Andrés Bautista y Jesús -Chuñ Vásquez sean sospechosos. El dominio se da en términos tan absolutos que el mismo domingo, antes de terminar el acto, se le negó la palabra a José Rafael, el padre, que quería agradecer el gesto de ser nombrado presidente honorífico. Todo un regalo envenenado. El transcurso de los días dirá, pero Mejía y los suyos demostraron en la proclamación del PRM que “quien evita no es cobarde ”... LOS DISCURSOS.- Las reseñas de prensa fueron pobres, flojas, y no se conoce el PRM a profundidad, sus diferencias con el hermano mayor ( puesto que nació primero ), aunque sí en cuanto a puntualidad y control del tiempo. Nadie llegó tarde, y tampoco ñnadieñ violó lo acordado. En ese aspecto los perremeístas fueron ejemplares. Los discursos de Andrés Bautista y Jesús -Chuñ Vásquez no fueron gran cosa, y tal vez valga distinguir los tonos. Vásquez, barricada; Bautista, serenidad. Como si se hubieran repartido los papeles, y a uno le tocara hacer de policía malo, y al otro, de bueno. De ahí que se aplaudiera mucho a Vásquez y poco a Bautista, y se pensara que el secretario general tiene un tira piedra en la boca, y que ahora se hará real oposición al gobierno. Era tiempo. Fueron tantos los amagos, los asomos, que era justo que el lobo apareciera, de verdad. Aunque posiblemente con más mañas que pelos. El PRM, por tanto, se merece el beneficio de la duda. De que a pesar de tantos inconvenientes, está vivo, y como diría un campesino dominicano: “... para un fin...”.

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