PANCARTA
Año de impunidad total. La corrupción late vivita
Como ejercicio de año nuevo, el lector debe enjuiciar la conducta gubernamental durante el 2014, respecto a la impunidad y la corrupción. Respetuoso y comedido se puede juzgar la conducta oficial siendo condescendiente, tolerante e indulgente. Pero ningún observador puede ni debe alterar la verdad y hacer que lo verde sea rojo. Tampoco ocultará el silencio oficial ante los paleros de Leonel, peores que los de Balá, que el 5 de noviembre pasado perpetraron innumerables atropellos contra civiles y comunicadores en la avenida Tiradentes. 2014 fue un año en que los más sonados casos de impunidad quedaron intactos o en peor situación. La estructura instalada para proteger el enriquecimiento con los recursos públicos funciona según lo diseñaron quienes se autoconsideran “blindados”. Ese “blindaje” es una burla comparable con las carátulas del “sistema judicial” del trujillato y del balaguerato. Al evocarse con los 12 años balagueristas, el terrible juez Severino resultaría un “niño de teta” comparado con ciertos magistrados del presente. La inventiva aplicada para mantener archivadas bajo total impunidad fortunas originadas en las arcas estatales incluyó múltiples modalidades de lavandería “laser”. Bajo las mismas siglas es el mismo poder multiplicador de fortunas que asombra a una población que ha sido testigo excepcional del enriquecimiento meteórico de fulano, zutano, mengano, perengano, perencejo y de decenas más. Ninguno de los defensores del actual régimen ha desmentido la gravedad de la infracción denominada déficit fiscal que posibilitó el nacimiento de una criatura gubernamental casi gemela con la del parto anterior. Este PLD de la “barrida” del 20 de mayo, 2012, mantiene ministros y funcionarios de la OTAN morada, identificables por sus nombres, apellidos y huellas. Si durante el anterior gobierno morado se levantaron obras de relumbrón para encubrir acumulo de caudales, las vivencias presentes apuntalan el convencimiento de que la historia se repite, no importan los pretextos y características de las obras y maniobras. De ahí que el 2014 concluye como un año de impunidad total, sin corruptos de marca en la cárcel, situación demostrativa de que durante el año la corrupción siguió latente, vivita y coleando. Por eso crece el clamor: ¡Punto a la impunidad!