REFLEXIÓN DEL ALMA

Por una Navidad feliz

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Leonor Porcella De BreaSanto Domingo

¡Amigos, que la Navidad llegue con felicidad para todos los dominicanos, muy especialmente para la infancia, tan necesitada! Estamos llenos de esperanzas para que Dios nos ayude a salir adelante con los diversos propósitos emprendidos, en la agricultura, como en otros campos inexplorados. Que nuestros niños no sigan tan tristes como se encuentran, que sus padres no los abandonen, sería laudable que la madre no lo hiciera, ya que el progenitor suele hacerlo, para tristeza de sus hijos, esposa y de la sociedad. ¡Es tristísimo ver niños pobres deambular por las calles, buscando en los zafacones lo que no encuentran en sus casas! Muchos de ellos no tienen tampoco dónde vivir, lo que ocurre en nuestro país, es demasiado vergonzante y doloroso, mucho más en las navidades, cuando el alma vuela por la bondad sin realmente volar, con la finalidad de disfrutar del amor de amigos y allegados, igualmente, de las delicias de casas donde se proporciona una vida vivible, llena de alegrías. Qué maravilloso sería que todos los niños dominicanos, sin excepción, pasen una navidad con sus padres felices; qué maravilloso sería que salieran de sus escuelas con la seguridad de haber aprendido; que asistan siempre a clases para poder desenvolverse en la vida. Se alegrará nuestro Presidente, empeñado en la educación del pueblo y de esos niños a quienes les urge todo, y más que nada amor. Esperemos que en el día de hoy esas caritas flácidas y compungidas, de ojitos tristes y hundidos, se llenen de sonrisas, porque algo bello les ha ocurrido, o les sucederá. Amigo extiende tu mano, mira a tus hijos lo felices que se encuentran; es justo, y urgente que si podemos, hagamos algo por esos infantes que desconocen la felicidad; a la vez haríamos palpitar fuertemente nuestros corazones. Extendamos las manos, Dios, miremos la necesidad humana de nuestra tierra, el desamor que flota por el viento, regalando inconsciencia. Cambiemos esa situación que hiere el alma, que agudiza las penas del dominicano, aunque no lo comprenda. Ayudemos a la pobreza nacional a emerger a la vida, a esa vida que desconocen y que constantemente añoran. Dios se alegrará por nuestras actuaciones. Debemos ofertar masivamente alegrías, se obtendría mayor estabilidad para vivir en nuestra amada tierra. Por los pequeños de sus empleados hagan lo que cada quien pueda para alegrarlos en la navidad; pueden estar seguros que nunca lo olvidarán. No existe ser humano que no recuerde su infancia, no todos tienen lindos recuerdos; aunque es importante guardar consigo uno solo, por pequeño que sea, si alguna vez nos dio felicidad. Quizás el angelito les traiga un obsequio para alegrar muchas vidas inmóviles de risas. ¡Pobres pequeños! Los que no entienden la vida, porque no conocen alegrías, siempre solitos, acariciados por la soledad. ¡Señor, cambia esa vida anhelante que no se llena, porque es difícil que se llene sola, rodando como pelota por las calles de nuestra tierra, mucho más terrible para nuestra infancia, andando tristemente sin amor! Quisiera decir tantas cosas en estas navidades, tantos deseos especiales y bellos, para los niños paupérrimos y para nuestra gran pobreza. Desearía millones de campanitas, para que la infancia triste las toquen con alegrías; así se escucharían cantos de campanas, corazones rebozados de amor y esperanzas de mejoría para sus padres, sus gentes, y para ellos mismos. Que en este día de Navidad, haya algo sabroso sobre esas mesas. ¡Dios, sentimientos y deseos que rompen corazones imposibilitados de alcanzar felicidad; mientras el nuestro palpitante llora en silencio, rezando por ellos, los que nada tienen. ¡Feliz Navidad a todos los dominicanos!

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