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“Pulso” y truño

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Dentro del “fundamentalismo” que el recién escogido rector de la Universidad Católica Madre y Maestra, Ramón de la Cruz Baldera, dice que hay en el debate sobre el tema del aborto, precisamente, aparece como nota positiva y diferente, el llamado que hace el religioso a que la respuesta sea “el resultado de un diálogo entre ciencia, fe y razón”. Insisto en que, además de innecesario y creador de un clima raro en un momento en el que debe primar la paz y la exaltación de los valores cristianos, la observación presidencial al Código Penal es un pleito mal echado y mal llevado. Que recordemos, ni siquiera Trujillo, que mantuvo una relación agridulce con el clero católico, se atrevió a medir fuerza abiertamente con la Iglesia. ¿Y qué decir de las famosas “manifestaciones de reafirmación cristianas” tras algunos malos entendidos sobre el estilo y orientación del gobierno de Bosch, minado en su base y derrocado finalmente a los siete meses? En un momento, el expresidente Leonel Fernández, a quien sabemos que el Episcopado Dominicano contactó (vía monseñor Benito Ángeles) para que mediara en el conflicto ante el presidente Medina y los titulares del Congreso, llegó a expresar que “no es recomendable pelear con la iglesia ni con la prensa”. Porque lo buscaron de árbitro ñlo que me consta-, puede que el padre Manuel Ruiz, que hizo “una pausa” en su labor de enlace entre la Iglesia y el Palacio, haya caído en la “trampa” que dice con el tema del aborto, y hasta, como él plantea, que en el fondo se trate de la “excusa” de algunos para, en una eventual modificación de la Constitución, tratar de filtrar la reelección, pero descartó que de lo que se trate sea de un “pulso” entre Danilo y Leonel, reeditando la lucha de hace un tiempo por controlar el Comité Central y el Comité Político del PLD. Se trata, por la defensa que han hecho y vienen llevando las partes, de un choque Ejecutivo-Iglesia, versión católica y evangélica, que debió evitarse y jamás debió darse. Y si se entendía que las observaciones eran de “vida o muerte” e iban como quiera, se debió trabajar y “convencer” primero a los distintos actores y líderes, para evitar “truños” y un tranque.

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