PUNTO DE MIRA

Yaqui ya enmudeció

Yaqui Núñez Del Risco decidió callarse para siempre. Había enmudecido antes y se cansó de abstenerse de opinar. Es posible que no hubiera culminado su hacer en esta vida, en la que con aguja de autor tejió canciones y versos, que dejó rubricadas por ahí, en servilletas y menús, recetas de amor o testimonios presenciales. Este macorisano del mar lió sus bártulos y se embarcó para su cita con Freddy Beras Goico, Sonia Silvestre, Milton Peláez, Pololo, Doña Zaida y otros, para dar inicio al gran espectáculo por el canal de todas las estrellas. Era el presentador y lo esperaban, sin él no podían comenzar. La vida impuso el silencio para que hiciera su último aprendizaje. Lo preparó para la muerte. Una dolorosa escuela hubo de cruzar porque hablar era su imagen. Lo privaron de la voz y por eso su partida es un adiós a su mudez. Ya se libró del yugo y vuela a donde no hay más que recuerdos, cuando lo realizado trasciende. Nació con nombre de artista y ocupó con galanura el espacio que le destinó su hacer. Yaqui Núñez del Risco emprende su propio camino. Ni siquiera voltea para decir adiós porque se va contento y desnudo un hombre del buen vestir; ya ni la ropa sirve de nada. El hablista me dejó en espera de la publicación de un libro de cuentos, de alguna narración de la lucha revolucionaria del período balaguerista, de sus impresiones sobre la involución de los medios de comunicación. Su silencio impuesto por la naturaleza también le impidió hilar otros textos. Tantas experiencias taladas. Si pudiera hablar de pena por la muerte de Yaqui no podría mentir. Un error de la vida lo dejó con vida. Despido al amigo que no visitaba para ocultar yo mi vergüenza de poder hablarle. Cuando se veía a sí mismo impotente, aislado; seguro que él pensaba que no merecía estar callado cuando había tantos temas que tocar o canciones decentes que escribir. Yaqui, casi me alegro que te fueras.

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