PUNTO DE MIRA
Gozando se llega a padre
Cualquier chispa enciende el motor de la nostalgia. En la mañana me llegó una tarjeta de amor. Me felicitan por ser Padre. Y en vuelo fugaz me vuelvo hijo montado en las ondas biológicas o afectivas. Es un eco que rebota en la sociedad humana. Indeleble hilo conductor. Hijo, padre, abuelo, bisabuelo. Si mi padre no hubiera nacido no sé yo quien hubiera sido. Las turbulencias que mueven la vida en algunos casos dejan a padres sin hijos o hijos sin padres. Madres o abuelos sustituyen a los que fallaron en sus roles. Los vástagos de los héroes heredan muchos sufrimientos que los nietos canjean como orgullo en el banco de la historia. En La Romana se hizo el almuerzo de clausura de la última parada de golf del Tour Claro, allí el presidente de la empresa, Oscar Peña, tuvo la ocurrencia de premiar con un viaje al extranjero al jugador que tuviera las mejores palabras de elogio a su padre. Fue otra muestra de lo difícil que es al hombre hablar públicamente de sentimientos. Muy pocos se atrevieron a mojarse los ojos en busca del premio. En algún momento me aislé del lugar. La mente hace piruetas de vaivén en momentos como éste donde partículas microscópicas viajan para convertirse en epopeyas biológicas. En el torneo compartí con: Henry Ely, Fernando de la Cruz, Julio Cross, que casualmente, como yo, sus padres vivieron en Ciudad Nueva. Esto me diseñó el ambiente. El resto fue solo pensar en la época. Me monté de nuevo en efluvio de nostalgia. Me percaté de que estaba presente el día de mi concepción, pero no presté mucho caso a eso. Estaba embarcado en una carrera contra millones de cabezones gametos que también querían el premio de ser humano. Fue miprimer triunfo. Soy ganador innato. En ese momento para nada reflexioné que la naturaleza nos asigna el rol de multiplicador y que para esto envuelve en placer la trascendente misión. El gozo obnubila el futuro y a veces llamamos accidente al rescoldo que luego se abulta en la dama convidada. Está subvaluado el día de los progenitores. Dicen que los padres pagan sus propios regalos, pero no tiene que ser así. Unas letras o cualquier muestra de afecto no requieren tarjeta de crédito. Siempre hay tiempo de agradecer. Yo doy gracias por el invaluable regalo que es mi vida.