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Gedeón y el limbo

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Si el Instituto Dominicano de las Comunicaciones (Indotel) no ha cumplido del todo con el rol institucional asignado y ha interrumpido varios de los programas que en su momento le dieron brillo y colocaron la gestión en los primeros planos, es porque los titulares designados de un tiempo para acá han tenido la mira puesta en otro cargo, y, en la práctica, se les ha visto siempre -y ellos mismos se han sentido- lo que se dice “con un pie adentro y el otro afuera”. En camino ya para los dos años de incógnita e indefinición, la situación comenzó con el decreto del presidente Danilo Medina designando a Carlos Amarante Baret, que al llegar con la mira puesta en un Ministerio (Interior y Policía), pasó sin penas ni glorias por el Indotel, dejando sólo la lista de mocanos que le agregó a la nómina. Su inesperado salto a Educación, donde el director de la orquesta advirtió que “desafinaba“ alguna nota de la pieza oficial, le abrió paso al danilista consumado y conceptuoso Gedeón Santos, que todavía estaba en el “banco” porque la alianza con los reformistas había obligado al Presidente a dejar a Carlos Morales en la Cancillería, posición al parecer ya “apalabreada”, y a la que en todo momento el dirigente del PLD le ha tenido el ojo echado. A tal punto que por lo menos en tres oportunidades Gedeón y su equipo han “limpiado” escritorio, con la expectativa de cambiar los ajetreos normativos de las comunicaciones por los de las relaciones exteriores, terreno donde el todavía titular del Indotel tuvo experiencia como segundo a bordo. Y ahora, con la proximidad del 16 de agosto, la razón de salud del ingeniero Morales, la verdad de que ya el presidente Medina cumplió con él, y hasta con la excusa de la declaratoria de “independencia” del PRSC, Gedeón tiene renovados motivos para volver la vista sobre el deseado traje de Canciller. Al ir con su mente en esto al Indotel, manejar la idea de un proyecto propio, que abandonó por la aventura de una reelección de Danilo, el hombre ha hecho un esfuerzo burocrático, pero no ha tenido el tiempo, el asiento ni el norte que marquen la impronta suya en el organismo, supeditado -lo mismo que el ánimo del personal técnico calificado- así en agosto, cuando Medina cumpla dos años de gobierno, hay cambio o no.

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