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En la diana

Primer tiroAunque es cierto que el déficit fiscal aumentó irracionalmente durante el año pasado, no se puede sostener la afirmación de que se produciría una crisis macroeconómica que impediría el pago de la deuda pública si no se acometía el brutal y más irracional ajuste fiscal actualmente en curso. Independientemente de los efectos recesivos transitorios de la reforma tributaria, de no haber sido por el rol activo asumido por la política monetaria, el efecto dañino del fuerte ajuste del gasto, sobre todo en las necesarias e importantes inversiones públicas, hubiese producido una crisis recesiva mayúsculas, la que de seguro hubiese causado una merma significativas en los ingresos tributarios, lo que a su vez si hubiese agravado la situación fiscal ya explosiva. La flexibilización del crédito al sector privado y la reducción de la tasa de interés registrada hasta el tercer trimestre del año han sido factores claves para evitar la crisis de recesiva. Ante la conveniencia de resaltar nuevamente los méritos de la política monetaria, el autor se permite repetir, ligeramente modificado, el segundo y el tercer párrafo de la entrega anterior. Segundo tiroNo se puede negar que el empleo y el crecimiento continúan transitando por caminos más empinados que los recorridos en años anteriores. Allanarlos, no solamente es una tarea que puede y debe ser asumida por la política macroeconómica, sino que también es ahora más necesaria y urgente que antes, pues a diferencia de cómo piensa y creen muchos economistas y algunos funcionarios públicos, son muchas las condiciones necesarias y mucho el tiempo requerido para que la devaluación produzca aumentos en dichas variables mediante aumentos en la producción de bienes y servicios transables. Pero el problema de promover el crecimiento a través de las políticas públicas es más complicado de lo que parece. Por eso no debería causar ninguna sorpresa que a principios de año las fuerzas acumuladas en el brazo de la política monetaria empiecen a actuar a favor del crecimiento y el empleo. Tercer tiroEl mundo hoy es más dependiente de la fortaleza y la capacidad de la política monetaria para fomentar e incentivar el crecimiento y el empleo. Pero ese es el resultado de la entronización del pensamiento de que la deuda pública es muy alta, que superó el umbral de la sostenibilidad, y que debe ser reducida a través de los superávits presupuestarios que hay que producir a través del constreñimiento del gasto público. En el plano doméstico este panorama adquiere relieve excesivamente pronunciados, pues aquí, hoy más que nunca, los economistas creyentes en la fortaleza de la política fiscal han sido vencidos por una dominante opinión pública que les desfavorece, y por las decisiones de un Gobierno que hace tiempo sucumbió ante las fuerzas de ese pensamiento. Pero la política monetaria es ahora más robusta, y se puede y se debe esperar en su reacción de su fuerte brazo.

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