SONDEO
No gratos
No me gusta, para nada, ni la visita ni las facilidades ofrecidas por las autoridades locales a la delegación de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos que ayer llegaba al país con el fin de “indagar” y “orientarse” de todo lo relativo a la inapelable sentencia sobre la nacionalidad del Tribunal Constitucional. Hasta prueba en contrario, se trata de un organismo que ñalimentado por gente e intereses empecinados en vender la peor imagen del país en el exteriorñ ha venido actuando con marcado prejuicio contra ésta nación y de espaldas a sus derechos soberanos. El solo hecho de inventarse un testigo o de presentar a la opinión publica mundial como supuesto dominicano a un comprobado nacional haitiano, es una acción grave y condenable, merecedora de que -mínimo- el organismo de derechos humanos y sus comisionados fueran declarados “no gratos” en territorio dominicano. Pero tienen tanta suerte (y somos tan permisivos, para no decir otra cosa con p), que el ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, dice que a la delegación (una suerte de intrusos, que vienen a meter las narices en un asunto privativo de un Estado soberano) la van a recibir “con los brazos abiertos”, porque la visita de ellos “nos va servir para aclararle muchas distorsiones, confusiones y aprensiones que tienen y que creemos que nos son correctas”. Ojalá tenga sentido el optimismo del Ministro, quien plantea que ñpese a las distorsiones y algunas “declaraciones inaceptables” generadas en determinados bloques regionales y subregionales- “el tiempo está a nuestro favor y se está aclarando todo con los organismos internacionales”. ¡Qué el Señor lo escuche y copie su buen deseo!, porque si es contando con lo que puedan decirle a la comisión ciertos personajes de sociedad civil y de la sociedad “desalmada” del patio con la que los visitantes pudieran entrevistarse y oír sus alegatos, los intereses nacionales estarían fritos o lo que se dice “muy feos para la foto”. Ya de venir, y entrar por puerta ancha, es de esperar que la delegación del organismo de referencia se mueva y maneje con la seriedad y responsabilidad institucional de lugar, sin ningún sesgo o prejuicio que dañe la imagen o atente contra los intereses del país, como hizo en el caso del testigo falso.