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Retos generacionales

Supongo que la aspiración mayor de todo empresario debe ser el que sus empresas le sobrevivan; que perduren en el tiempo y subsistan. El orgullo más grande para un hombre debe ser la perpetuidad de su nombre a través de su empresa. Son muchas las complejidades que se dan a lo largo del proceso. También son muchas las condiciones que deben primar para que esta aspiración se cumpla. Debe haber una buena formación humana y profesional por parte del relevo generacional. Es importante la vinculación afectiva, de identificación personal que se tenga con la organización que se hereda. El liderazgo de quien o quienes reciban la batuta es vital para compactar la empresa bajo un mismo norte y una misma filosofía empresarial. La buena voluntad y la humildad sucesoral juegan un papel esencial en estos procesos. En las escuelas donde forman los relevos generacionales enfatizan estos valores. No sólo les preparan profesionalmente, sino también emocionalmente. Realmente las tareas son complejas todas. Pues no resulta nada fácil equiparar la habilidad, la inteligencia y el liderazgo de algunos empresarios criollos que llegaron a la cúspide a puro instinto comercial. Lo mismo se puede decir del sello que en términos de responsabilidad social le impregnaron a sus empresas y la contundencia con que esos valores impactaron en su momento en el conglomerado. Se precisa de mucho tesón, de mucha entrega y persistencia para equipararles. Esos gigantes que de la nada, a fuerza de trabajo y persistencia, llevaron sus empresas a sitiales importantes del mercado, lo único que talvez no tuvieron fue escuela, pero le sobraba inteligencia, habilidad y olfato. Por tanto, calzarse sus coturnos es una tarea hercúlea. Hay en el país muchos casos ejemplares donde la transición se ha dado sin traumas de ninguna especie y donde por el contrario, las empresas han tenido repuntes comerciales significativos que apuntan hacia sitiales cada vez más altos... como lo soñaron sus fundadores.

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