Procurador abolicionista

Un hecho recogido en las Escrituras quizás sea uno de los acontecimientos más indecorosos y pecaminosos de la historia de la humanidad: las hijas de Lot, viudo por la muerte de Editen Sodoma, se ofrecieron como madres para que su padre tuviera descendencia. No sé porqué un libro sagrado como la Biblia contiene una invitación al desenfreno como es este caso incestuoso. Parece como si a través del tiempo se repitieran estas pistas marcando las estremecedoras actitudes humanas. En el país la Procuraduría General de la República ha iniciado una carrera abolicionista del proxenetismo, persiguiéndolo con policía, y esto ha enfadado a las prostitutas, que con vehemencia no ocultan el enojo. Erradicar el comercio sexual es realmente una pérdida de tiempo, y suena tan manido porque ni siquiera en las sociedades musulmanas pueden con ello. Por fortuna siempre hay motivos para la esperanza, pequeños pero significativos como el que inicia el Gobierno de ofrecer préstamos a “trabajadoras sexuales”, a través de Banca Solidaria para que puedan convertirse en microempresarias. Sin existir un movimiento feminista en su entorno que pudiere incidir en su decisión, el procurador Domínguez Brito ha tomado la ofensiva. La campaña se ha iniciado con una orden prohibicionista dada a la Policía para que detenga a las prostitutas callejeras y a quienes reclaman sus servicios, a los que reclutan públicamente a clientes; también como anexo a esta cruzada se persigue el delito de pago de trabajadores sexuales menores de edad o explotados por bandas organizadas. Más de 100 niños, (as) y adolescentes víctimas de tráfico ilícito de trata de blancas, han sido rescatados en operativos por la Procuraduría Especializada. Hay que destacar que es un informe aterrador este último pues dentro de ese negocio carnal entra también el tráfico y consumo de estupefacientes. Esta disposición sí encamina una buena acción a estas prácticas de prostitución que alimentan en el futuro el proxenetismo. Lo ridículo es pretender aplicar una política abolicionista del tráfico sexual de adultos por vía del acoso a las prostitutas, que reclaman libertad de ejercer, incluso más protección. Las principales dirigentes nacionales del sindicato de meretrices salieron en defensa de su clase, donde se mostraron orgullosas públicamente de su oficio y pidieron al Procurador que las dejen en paz para “trabajar”. Hay que admitir que de estas relaciones sale el dinero de cubrir necesidades de sus familias, y hasta el pago de matrículas universitarias de jóvenes que se dedican a esta actividad, no por amor al sexo, sino por necesidades sentidas. Sospecho que el Procurador actúa por encantamiento religioso, que por convicción emancipadora del sector. Él debe saber que esta actividad siempre se ha basado en la libertad de elección del trabajo sexual y clientes. Claro, el proxenetismo y sus lacras: la esclavitud, el tráfico de seres humanos y la explotación infantil constituyen un lastre difícil de ignorar. Incluso en esto se entrecruzan el tráfico de drogas, lavado de activos y cuantos delitos existen, pero la idea de penalizar a los clientes y las meretrices adultas es una agresión a la libertad sexual de un individuo que no hay dudas que afecta por agravamiento la situación de esas mujeres. ¿qué ganamos con apresar a tres norteamericanos en una zona de cuasi tolerancia que solicitaban estos favores sexuales? Regímenes dictatoriales no han podido erradicar este mal social, ni siquiera aquellos con fuerte retórica de progreso, justicia social e igualdad de los ciudadanos. Pienso que la tarea del Procurador “es una prueba de fuego”, por no decir que promete ser endiabladamente difícil, pues resulta obvio que en este “comercio de la carne humana” se entrecruzan todo un enjambre de intereses económicos, políticos, culturales, y hasta empresariales, que, a juzgar por la poca posibilidad de éxito en su lucha, apunta a un esplendoroso y rotundo fracaso.

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