ORLANDO DICE…
La convivencia en el PRD
DE BOCA.- La preocupación de los perredeístas ahora es que Leonel Fernández reiteró que el PLD es una fábrica de presidentes y que en el 2016 iniciará un nuevo ciclo de 20 años de gobierno. Una verdadera eternidad en el poder. Serían 36 años en la dirección del Estado y 32 de corrido, algo más que el régimen de Rafael L. Trujillo. Como diría un joven de clase baja, poco me lo jayo. Sin embargo, antes que atemorizarse por las ínfulas de perdonavidas del expresidente y actual némesis de los perredeístas, estos debieran hacer otro tanto. Para fanfarrón, fanfarrón y medio. Vale recordar la historia de un hombre entrado en edad, casi viejo, cuyos amigos burlaban haciendo creer lo imposible: que el deseo, desempeño y vigor eran insuperables y que podían tener sexo varias veces al día. Fue al médico, éste advirtió la chanza y le recomendó que cuando volvieran con el cuento, le siguiera la corriente y se incluyera entre los fenómenos. De aguajeros está lleno el reino de los cielos. Lo que el PLD dice tener de boca, igual el PRD... EL RECUERDO.- Los perredeístas no conocen su historia y nadie se ocupa de contársela, e incluso, simplemente, de recordarla. El PRD tuvo su fábrica de presidentes, y fue una marca conocida y de buenos resultados electorales, pues dio a Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco y por poco a Jacobo Majluta. Y no hay que olvidar a Juan Bosch, que alcanzó la presidencia de la República en la boleta del partido blanco. Esa fábrica no cayó del cielo ni fue inversión extranjera. Fue la respuesta desde adentro a una situación que se imponía desde afuera. Ninguno de los dirigentes del PRD de entonces era potable para los grupos hegemónicos de la sociedad dominicana, incluyendo a su aliado natural, Estados Unidos, que en ese tiempo era el Imperialismo. A principio de la década del setenta, el PRD anduvo ofreciendo la candidatura a personas que calificaban como notable. Sin que nadie se atreviera a asumirla. Fue en el 1976, cuando un PRD que orillaba la insurgencia, decidió, en un acto de voluntad política que todavía emociona, ir a las elecciones del 1978, sin importar que tronara, lloviera o venteara... LOS PRODUCTOS.- La fábrica de presidentes del PRD fueron las tendencias, que se abominan, que se reprueban, pero que originan la dinámica que mantiene vivo al partido. No fue fácil el parto de Guzmán, Jorge Blanco, ni el de Majluta. Lo de José Francisco Peña Gómez fue otra cosa. Dictadura con respaldo popular. En ese tiempo Hipólito Mejía y Miguel Vargas no eran figuras preponderantes, y ni siquiera estrellas menores de esa galaxia. Existía la disputa de ahora, pero con contenido. No puede decirse que Guzmán, Jorge Blanco y Majluta eran iguales. Por ejemplo, en el interregno 1982-86 se hizo evidente que Jorge Blanco en el Ejecutivo y Majluta en el Legislativo eran líneas paralelas. Que mientras el gobierno central aplicaba una política fondomonetarista, provocando las desgracias del 1984, desde el Congreso se resistían esas medidas que fueron imposición y engaño. No tiene sentido, por tanto, quitar el PRD a Vargas para entregarlo a Mejía... UVAS VERDES.- Los perredeístas tienen que evitar que sea un impasse, como el actual entre Vargas y Mejía, que dé al traste con el partido. Una crisis de orden ideológico o de clase sería otra cosa. Y nada de eso existe ni se alcanza a ver en lo inmediato. Vargas y Mejía no tienen diferencia ideológica ni de clase, de manera que con uno o con el otro el PRD queda empate, a los fines del posicionamiento para las elecciones del 2016. El grupo de Mejía tiene que reconocer que después de tantos intentos por tumbarlo de la silla, insistir sería un error. La institucionalidad la representa Vargas, y no queda de otra que resignarse a esa difícil convivencia. Ninguno tiene capacidad política para erigirse rey. Y si la experiencia de estos meses no fue suficiente, que recuerden la fábula de la zorra y las uvas. Las uvas estaban maduras y la zorra las quería, e hizo lo imposible por agarrarlas, y cada salto era un fracaso. Al final las miró con ojos de impotencia, y ella como imposible, y abandonó la empresa diciéndose a sí misma “están verdes”...