Tiempo para el alma
“El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”. Mt. 12:50. Jesús nos promete un puesto principal en su vida, en su reino. Nos puede favorecer con un trato VIP. Solo nos plantea una condición: escuchar, conocer su palabra y cumplirla. No es tan fácil, pero Él nunca dijo que lo sería, todo lo contrario. Jesús nos habló del camino angosto, del ojo de la aguja, del despojarnos de las materialidades que nos arropan, de decidir a quién serviremos, de ser decisivos en nuestra elección. Pero al mismo tiempo nos dice que obrar con integridad y seguir su palabra, creer en él como nuestro salvador, que nos limpia de pecado, que murió por nosotros y que resucitó para darnos vida eterna; hacer de su mensaje de paz y de amor nuestra bandera, eso nos hace su madre y su hermano y su hermana... su familia. De otro modo, seremos simples visitantes.