FIGURAS DE ESTE MUNDO

Ezequiel

(Profeta del siglo VI antes de Cristo que ejerció su ministerio entre los deportados judíos en Babilonia. Fortaleció la esperanza en la restauración del pueblo elegido) Ezequiel fue llamado por Dios para ser “atalaya” de los judíos en cautiverio, para alentarlos y ayudarlos a comprender su plan y propósito. “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte” (Ezequiel 3:17). Desde sus inicios, el profeta fue descrito por Dios como su atalaya en las murallas de la ciudad. Un atalaya tiene una gran responsabilidad. Ha de vigilar atentamente y jamás abandonar su puesto; al menor descuido, puede exponer a toda su población a la destrucción. En su papel de atalaya espiritual, Ezequiel debía advertir a las personas del juicio que iba a venir sobre ellas. Ciertamente la esperanza de muchos judíos exiliados en Babilonia era regresar pronto a Judá. Pero Dios ordenó a Ezequiel que anunciara la inminente destrucción de Jerusalén si sus habitantes no se arrepentían. Lamentablemente, no hubo ningún arrepentimiento y Jerusalén fue destruida. El “atalaya” entrega, entonces, el mensaje de esperanza a los desanimados y exiliados; una esperanza para el futuro, cuando Dios devolverá al pueblo de Israel a su tierra y derramará sobre ellos su bendición durante el reinado venidero del Mesías, Jesucristo. En adelante, el profeta preparó al pueblo judío para la nueva generación, reconstruyendo el pensamiento religioso de Israel, en cuanto a la libertad y responsabilidad del individuo y el signifi cado del genuino arrepentimiento. Ese arrepentimiento verdadero es un hecho de la voluntad del individuo; es estar dispuesto a dar la espalda al pecado. En Proverbios, leemos: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confi esa y se aparta alcanzará misericordia”.

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